Arte mesopotámico
EL PAÍS presenta mañana, sábado, por 9,95 euros, el undécimo volumen de la Historia del Arte
Los libros más antiguos de la Biblia sitúan en Mesopotamia, nombre que dieron los griegos al territorio enmarcado entre los ríos Éufrates y Tigris, el comienzo de la Historia. En aquellas tierras se situaban Babilonia, Nínive, Erek y Ur, la patria de Abraham, nombres que evocan de inmediato las leyendas sagradas que hablaban del Diluvio y del Arca de Noé, de la mujer de Lot y de la Torre de Babel. Jardines colgantes, torres que llegaban hasta el cielo y poderosos reyes.
Mesopotamia, cuna de la Antigüedad, tiene un pasado artístico menos conocido que el egipcio por una razón de peso: la piedra. No existían bloques que tallar en aquellos valles, y para las construcciones se emplearon adobe y ladrillo que el tiempo redujo a polvo. Pero la razón principal es, probablemente, que los pueblos de Mesopotamia no compartieron la creencia religiosa de los egipcios de que el cuerpo humano y su representación debían ser conservados para que el alma persistiera. Es más, en la época de los sumerios, a los reyes se les enterraba con toda su familia y esclavos. De todas formas, aunque a los artistas no se les contratara para decorar tumbas, sí se les encargaban monumentos conmemorativos de victorias en la guerra. Eran crónicas gráficas de las campañas del rey, como la del reinado de Assurnasirpal II de Asiria (siglo IX antes de Cristo), un descendiente del rey Salomón. Los frisos y estelas que hoy pueden verse en el Museo Británico de Londres son como un Nodo de hace 2.000 años.
Arte mesopotámico, el undécimo capítulo de la Historia del Arte de EL PAÍS, muestra cómo la cultura artística de esta zona es el producto de una gran diversidad étnica (sumerios, semitas, indoeuropeos) y de enormes vicisitudes históricas que entorpecieron su desarrollo como nación.
Uno de los mayores inventos de la civilización de los sumerios fue la escritura (hacia el 3000 antes de Cristo). Los textos más antiguos que se conservan, los de Uruk, la Erek de la Biblia, la actual Ur en Irak, emplean cerca de 900 signos. Mucho antes de que los sumerios descubrieran la escritura, los acadios utilizaban unos cilindros de arcilla bellamente trabajados en relieve como sello para la firma de los documentos.
Vivían en casas sencillas pero armónicas. Las excavaciones arqueológicas de Hassuna (siglo IV antes de Cristo) dejaron al descubierto hace pocos años la construcción de sus casas, de planta cúbica con dos alturas. Los palacios de los gobernantes se construían sobre laderas para preservarlos de las crecidas del río y, siempre a su entrada, para protegerlos, se colocaban toros alados y barbudos. En cuanto a la religión, la arquitectura religiosa mesopotámica más antigua es la caldea. Cada ciudad estaba dedicada a un dios y el templo se situaba en el centro, un lugar de tal importancia que su tamaño era siempre mayor que el del palacio del rey. Pero el símbolo más característico del monumento central religioso de toda la cultura mesopotámica eran los zigurats, las torres escalonadas dispuestas para que la divinidad pudiera escalar hacia el cielo.
Las esculturas que nos han legado representan a hombres de linaje vestidos con sus pieles de cordero (kaunakes) talladas con todo lujo de detalles, ojos inquisidores y largas barbas, muchos de ellos en actitud orante.
La civilización sumeria fue barrida hacia el año 2015 antes de Cristo por los semitas del oeste. Ur, la vieja capital, fue destruida, y su herencia, repartida entre los príncipes de varias ciudades, entre ellas Babilonia. La Babel de la Biblia alcanzó gran esplendor con la figura de su rey Hammurabi (1812-1793 antes de Cristo), creador del primer código que establecía leyes y jurisprudencia (entre los 282 artículos grabados en escritura cuneiforme hay artículos que reglamentan la agricultura, el comercio, los asuntos matrimoniales y de sucesión, y la compra y venta de esclavos). La Estela del Código de Hammurabi se conserva en el Museo del Louvre, en París. El imperio que fundó se mantuvo durante tres siglos hasta que fue sepultado por el ataque de los hititas, los grandes guerreros famosos por su ejército perfectamente armado.
Babelia
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