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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Spaghetti-thriller'

Javier Ocaña

Sharon Stone descruzó las piernas y ya nada volvió a ser igual. La imaginación de la plebe comenzó a hacer horas extras, las pausas de los vídeos se estropearon por exceso de uso, la actriz se convirtió en mito erótico, y la película, en intocable. Instinto básico, un thriller truculento pero muy entretenido, con ingredientes para excitar a medio mundo, ha permanecido así durante 14 años; justo el tiempo que dicen que Stone se ha pasado rechazando guiones para protagonizar una segunda parte. Pero a la actriz le ha llegado la época de las vacas flacas y por fin se ha decidido.

Lástima. Instinto básico 2: adicción al riesgo es un cúmulo de despropósitos.

Leora Barish y Henry Bean, guionistas sustitutos para esta secuela del entonces en la cumbre de la comercialidad Joe Eszterhas (El

INSTINTO BÁSICO 2: ADICCIÓN AL RIESGO

Dirección: Michael Caton-Jones. Intérpretes: Sharon Stone, David Morrisey, Charlotte Rampling, David Thewlis. Género: thriller. EE UU, Reino Unido, Alemania, España, 2006. Duración: 114 minutos.

sendero de la traición, La caja de

música), han confeccionado un libreto en el que han apretado demasiado las tuercas de la explicitud. Normal. Cuando ya se ha dejado entrever el pubis de un mito, poco más se puede hacer, salvo huir de lo sutil y adentrarse en el territorio de lo categórico. Así, en demasiados pasajes, la película se acerca peligrosamente a la parodia. La protagonista pronuncia máximas como "¿te gustaría correrte en mi boca?", rayanas en la caricatura más ligera, y, al igual que el western transmutó en spaghetti-western cuando las frases pronunciadas por los vaqueros clásicos tornaron en sentencias casi más humorísticas que dramáticas, el thriller de intriga y el cine negro dejan de serlo cuando sus personajes abusan de la lógica natural de la conversación para construir continuos eslóganes pretendidamente epatantes.

Diálogos aparte, se ha sustituido San Francisco por Londres y a un policía (pardillo) por un psiquiatra (igual de pardillo), pero nada ha cambiado en la trama central. Poco más. Salvo que al aplicado profesional que es Michael Caton-Jones le falta la garra malsana de Paul Verhoeven, el director de la primera. Por mucho que se intenten introducir detalles artísticos en el diseño de producción, como esos cuadros de Egon Schiele en la casa del psiquiatra, el tormento espiritual del pintor austriaco no encaja bien con la más bien hortera línea de actuación general de la película.

Desnudo tras desnudo, gemido tras gemido, muerte tras muerte, la historia conduce a un final un tanto estrambótico y a un epílogo directamente cómico, tanto por lo innecesario como por lo risible de las actuaciones.

La actriz Sharon Stone, en un fotograma de <i>Instinto básico 2: adicción al riesgo</i>, dirigida por Michael Caton-Jones.
La actriz Sharon Stone, en un fotograma de Instinto básico 2: adicción al riesgo, dirigida por Michael Caton-Jones.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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