Suspenso a la Escuela de Mareo
Siete juveniles viven en la residencia del Sporting sin tutor alguno
Como ocurre con los adinerados que acaban en la ruina, en el Sporting de Gijón no hay día sin un sobresalto que le recuerde su mísero estado. Instalado en la mediocridad de Segunda, con 50 millones de deuda y sometido a la Ley Concursal a instancias de un acreedor, el club asiste impotente al derrumbe de su seña de identidad: Mareo. Una muestra es la situación de siete chavales, de entre 14 y 19 años, que viven en la residencia de la Escuela de Fútbol -una de las más prolíficas de España-, y que han estado a punto de coger las maletas porque no hay quien les atienda. El proceso que vive el Sporting conlleva un expediente de regulación de empleo que ha recortado casi a la mitad la relación de trabajadores. Entre los puestos que se ha llevado por delante la reducción está la figura del tutor que cuidaba de los jóvenes residentes en Mareo. Anteriormente, en la década de los noventa, esa responsabilidad recaía en una familia que vivía en las propias instalaciones.
"Estamos un poco descontrolados", dice uno de los alumnos del centro que el club intenta cerrar
El presidente del Sporting, Manuel Vega-Arango, ya propuso cerrar la residencia el pasado verano, pero finalmente se dejó convencer por los técnicos, encabezados por el ex director deportivo y ex jugador internacional, Eloy Olaya. Entre otras cosas, porque el número de internos para esta temporada quedaba reducido a siete, de categoría cadete y juvenil, entre 14 y 19 años.
El runrún sobre lo que ocurría en Mareo comenzó hace meses, cuando los profesores del instituto donde están matriculados los chavales empezaron a comprobar faltas de asistencia o descenso de rendimiento académico. En el club, con muchos frentes abiertos, prefirieron ignorar el problema hasta que estalló públicamente por la denuncia en la Ser de dos de los afectados. "Estamos un poco descontrolados", afirmó uno de ellos, intentando mantener el anonimato. Uno de los portavoces de los residentes, de categoría juvenil, explicaba la situación desde comienzos de temporada y de curso: "Estamos como si viviésemos solos, pero siempre intentamos ayudar a los más pequeños y estar ahí si les pasa algo. Hemos tenido suerte y nunca ha pasado nada grave". Y añadía con cierto aire de culpabilidad: "Deportivamente estoy muy a gusto. Lo peor son los estudios, porque no hay tutor. El año pasado había una persona que nos cuidaba y nos mandaba estudiar y esas cosas. Ahora estamos un poco descontrolados".
La reacción de Vega-Arango da una idea de cómo están las cosas en el Sporting. En vez de intentar solucionar la situación de los chavales decidió cerrar la residencia y mandar a los siete a sus casas. Además, los afectados tuvieron que soportar los reproches de algún responsable técnico por haberse ido de la lengua. A tres meses del final de la temporada y del curso escolar, los jóvenes se habían resignado a volver a sus casas, con destinos como Madrid, Málaga, Almuñécar, Ourense y Tenerife.
El martes, ante el revuelo formado, Manuel Vega-Arango decidió dar marcha atrás. El presidente se comprometió a mantener la residencia al menos hasta el 30 de junio, cuando se estudiará una solución. Y, después de reconocer que se había precipitado, cargó contra el comportamiento de algunos de los chavales. Trasladó, por ejemplo, las quejas de la persona que se encargaba de la comida y la limpieza sobre la actitud poco respetuosa de los adolescentes.
Vega-Arango recalcó, además, que los siete residentes estaban "perfectamente controlados" de ocho de la mañana a diez de la noche, horario en el que se mantenía la actividad en Mareo. Y apeló a la edad de los jóvenes para que tuvieran un comportamiento responsable en las horas teóricamente dedicadas al descanso. En todo caso, el presidente asegura que los padres fueron informados de la desaparición de la figura del tutor.
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