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Crónica:Fútbol | Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Villarreal deja una puerta abierta

El cuadro de Pellegrini pierde en Milán ante el Inter, pero le bastaría un 1-0 en casa para clasificarse

Dadas las circunstancias, el Villarreal pasó con dignidad por San Siro. Se repuso a su escasa experiencia en estas fronteras y a sus bajas estructurales. Nunca renunció a atacar pese a que sabía que tendría muchos problemas para defenderse. Le faltó a Riquelme el punto de inspiración de otras ocasiones. Pero abrió una puerta para el partido de vuelta, el martes que viene en El Madrigal. El Inter jugó como se le supone: a golpes, sin continuidad, y dejó entrever algunas averías importantes atrás que le llenan de dudas para la vuelta. La eliminatoria, en fin, se presenta mucho más igualada de lo esperado. Y como muestra, el modo de acabar el encuentro: con Materazzi derribando dentro del área a Guille Franco sin que el árbitro lo considerara penalti. Y el Inter metido en su propio campo.

INTER DE MILÁN 2 - VILLARREAL 1

Inter: Toldo; Javier Zanetti, Córdoba, Samuel, Wome; Stankovic (Kily González, m. 82), Verón, Cambiasso, César (Materazzi, m. 69); Recoba (Martins, m. 27) y Adriano.

Villarreal: Viera; Javi Venta, Gonzalo, Peña, Sorín; Arzo (Quique Álvarez, m. 60), Senna; José Mari (Guillermo Franco, m. 76), Riquelme, Calleja (Cazrola, m. 86); y Forlán.

Goles: 0-1. M. 1. Pase de Riquelme a José Mari, su disparo lo para Toldo y Forlán aprovecha el rechace. 1-1. M. 7. Stankovic centra desde la derecha, Peña no despeja y Adriano empata. 2-1. M. 54. Martins se anticipa a la defensa y remata cayéndose otro centro de Stankovic.

Árbitro: Alain Sars. Amonestó a Recoba, Sorín,Samuel y Verón.

Unos 55.000 espectadores en San Siro.

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Tanta tensión acumulada antes de una cita tan trascendental se liberó ayer de golpe, nada más dar el árbitro el pitido inicial, en un chorro de ocasiones de gol. Pifias defensivas y ataque desenfrenado. Locura en San Siro. La sorpresa fue que golpeara primero el Villarreal. Nadie lo esperaba. En ese duelo de grandes talentos creativos, Riquelme se adelantó a Verón y envió un pase a la corona del área no demasiado punzante. Llegaba José Mari, sí, pero también Wome para cerrarle. O eso parecía. El lateral izquierdo camerunés, que ya venía de propiciar la derrota interista el sábado ante el Parma, le dio pista libre a José Mari. El sevillano intentó colocar a la izquierda del portero y su disparo, rechazado por Toldo, lo embocó Forlán en lo que debe haber sido uno de los goles más rápidos de la historia de la Champions. El Inter reaccionó con furia y el Villarreal pareció el equipo más vulnerable del planeta, con Peña convertido en el amigo del día de San Siro. Primero le atizó a Recoba de mala manera cuando éste, de espaldas, ya no tenía salida, y, poco después, erró en el despeje a un centro de Stankovic y Adriano, a la media vuelta, batió a Viera. El gigante brasileño celebró el tanto con una rabia colosal, dándose golpes de pecho reivindicativos. Se había rapado la cabeza para esto: para que un golpe de fortuna le devolviera a la senda del gol. La fortuna y la pifia de Peña.

Pasada la tormenta, el Villarreal recobró el paso de Riquelme y se mantuvo más o menos fiel a su estilo. Siempre con tres hombres dispuestos a explorar en las debilidades interistas. Siempre dentro de sus posibilidades, claro. Junto a Senna estaba Arzo, un central de la casa, un muchacho inexperto, que cumplió en sus labores de fontanería en el centro del campo pese a llevarse alguna que otra bronca de Riquelme. Puesto que ni Cambiasso ni Verón son perros de presa, Riquelme jugó como le gusta, al trote, y trazó algunos de sus mejores pases. También Verón, más en largo, exhibió sus dotes para la combinación. Un inspirado Recoba hubo de retirarse tras la entrada anterior de Peña y su puesto lo ocupó Martins. Lo mejor del Inter lo produjo su capitán, Javier Zanetti, el diesel argentino, cuyas diagonales desde su posición de lateral derecho abrieron en canal la defensa castellonense.

La segunda parte comenzó muy embarullada y, para estos casos, el Inter tiene dos especialistas. Uno es Stankovic, que burló con un sombrero a Sorín antes de enviar un centro-chut al área. Y el otro es Martins, muy dado a marcar con diferentes partes del cuerpo. Esta vez se lanzó con los pies por delante y así cazó el envío de Stankovic, en aparente fuera de juego, al menos para los jugadores amarillos. Al cuadro de Pellegrini le tocó el orgullo. Sorín indicó el camino: había que salir hacia delante. Si había que morir, sería con valentía. El partido se convirtió en un tobogán por donde se deslizaban unos y otros. Riquelme lanzó una falta enroscada al larguero, con Toldo ya en el suelo tras su estirada. El millar de seguidores castellonenses se vio más cerca de su equipo y Pellegrini contribuyó a la mejora con un cambio: entró Quique Álvarez atrás y Peña pasó al centro del campo en sustitución de Arzo.

Atención: San Siro se sintió intimidado por este atrevido Villarreal. Riquelme disparó mordido junto al palo y Moratti, el presidente interista, maldijo desde el palco. Braceaba enfurecido en un gesto de no comprender nada: ¿su poderoso e histórico Inter amenazado por este recién llegado? A Mancini le salió la vena italiana e introdujo a Materazzi por César. Pellegrini, en cambio, dio paso a Guille Franco, otro delantero. Y el rebelde Sorín apareció en el punto de penalti, le ganó la posición a la defensa, y el remate, muy forzado, se le escapó por centímetros. Ése fue el espíritu del Villarreal, que negó las diferencias presupuestarias, la historia y la experiencia, tan desfavorables, para dejar una ventana abierta de esperanza en El Madrigal.

Adriano, junto a Cambiasso, tras marcar su gol, el primero del Inter.
Adriano, junto a Cambiasso, tras marcar su gol, el primero del Inter.AP

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