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Columna
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La alternativa plural

Hace poco tiempo tuvo lugar en Valencia una sesión convocada por la Fundación Alternativas para tratar sobre la oportunidad de la España plural. En ella se pudieron exponer planteamientos realizados desde diferentes perspectivas que intentaré aquí reproducir brevemente tratando de hacer frente a la oposición que nos impide avanzar. Desde la óptica empresarial, determinados grupos de empresarios entienden que el estado de crispación en el que estamos actualmente no es bueno para el progreso económico y así, recientemente, el Instituto de la Empresa Familiar, que agrupa a importantes empresas españolas, y entre ellas naturalmente muchas valencianas y catalanas, presidido por el valenciano Juan Roig, pedía rebajar el tono del enfrentamiento, cuando todavía no se había producido la desgraciada intervención de José Mª Cuevas sobre la "OPA catalana" y la CNMV. Una concepción plural no sectaria, tanto en política como economía, que resulta una opción válida para aliviar el conflicto, y una gran oportunidad de desarrollo social.

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En la misma sesión estaba Joan Romero, quien había publicado esa misma mañana en EL PAÍS un interesante artículo titulado (Des) encuentros. En el citado artículo aportaba una cita del presidente Azaña, del todo punto oportuna para el encuentro que se postulaba, "que los españoles estén a gusto dentro de su Estado". A ello cabría añadir las sugerencias del propio Manuel Azaña en la conferencia impartida el 4 de febrero de 1911 en la Casa del Pueblo de Alcalá de Henares, allí donde nació, sobre El problema español. Pues el problema español se mantiene con el mismo condicionante que entonces, el de las cuestiones de orden social surgidas de nuestra historia y que recibimos como un arrastre de cuentas pasadas.

Se ha dicho que algunos conceptos han variado con el tiempo: Nación, Estado, y que hoy resultan equívocos. Estando de acuerdo con ello, el problema sólo estará definitivamente resuelto, desde la perspectiva de la pluralidad, con el reconocimiento de las diferencias. Y esta es la cuestión ante la que nos encontramos. También es cierto que algunos no se dan cuenta, pero tras la aprobación de los Estatutos valenciano y catalán, otras autonomías, algunas de las cuales estaban dormidas, han empezado a tomar conciencia de ello y a querer que se les reconozca tal cual son. Por poner un ejemplo distante, en Quebec, Estado canadiense que se muestra siempre reivindicativo de su diferencia, en diferentes lugares que van desde las matrículas de los coches a su propio escudo estatal, puede leerse la expresión "Je me souviens de...", que canta el propio Leonard Cohen. No quieren olvidar su historia pasada para poder continuar sintiéndose como un pueblo diferenciado.

Por todo ello la iniciativa de la España plural es una gran oportunidad, que hay que agradecer a nivel estatal al Gobierno de Rodríguez Zapatero y aquí a la posición inequívoca de Joan Ignasi Pla, defendida desde hace tiempo -y no ponderada suficientemente al hablar de los esfuerzos realizados para la aprobación del Estatut- de reencontrarnos con nuestra historia, y de reconocernos tal cual queremos ser. Es una oportunidad también para la propia corona borbónica de profundizar en el reconocimiento de cada una de las partes que conforman el reino de España. En este caso nos encontramos en Valencia, donde Felipe V, el primer Borbón, nos arrebató los fueros, llegando a arrasar Xàtiva, cuyo retrato todavía hoy figura expuesto en posición invertida, pero también podemos referirnos a todos los reinos de la antigua corona de Aragón, que igualmente perdieron sus propias instituciones. Es una gran posibilidad, pues, para la misma línea monárquica de acabar cerrando un periodo de desencuentros mediante la culminación del proceso de reconocimiento de la pluralidad de los diferentes pueblos ibéricos.

Por todo lo cual este modelo de la España plural, entendido como un modelo cooperativo y no como una sociedad unipersonal, es un proyecto válido para que nadie nos diga a los demás, desde un centro de poder único, normalmente ajeno y alejado, cómo tenemos que ser iguales los que queremos ser diferentes, sino que precisamente encuentra su razón de ser en el reconocimiento de la diferencia para la superación del problema y entiende la libre voluntad de permanecer unidos como el factor esencial de nuestra convivencia.

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