El reto del siglo XXI

Allí donde hay hambre, avanzan padecimientos catastróficos; allí donde no hay presupuestos para educación, cultura, sí que hay dinero para comprar armamentos; allí donde medran las miserias más viles, las enfermedades más atroces, sí que existen las maravillosas antenas parabólicas.

De ese "progreso" se encargan las miserables mafias que trafican con mercancía humana. Les regalan tecnología avanzada. Les llevan ondas transformadas en imágenes que empantanan las retinas de quienes contemplan el cuadro maravilloso de nuestra forma de vivir. Ante tal visión, ante la contemplación de lo que les rodea, no cabe la duda, no hay color y no hay otra opción posible: alcanzar lo que se ve, aunque se tenga que poner en riesgo la propia vida. En patera o cayuco, da igual la mortaja, los pobres inmigrantes son títeres en manos de mafias miserables que no dejarán de exprimirlos hasta el último minuto de su vida.

¿Cuándo seremos capaces de poner en práctica ideas y políticas orientadas a asentar a las gentes en los lugares de nacimiento, sin limosnas y sí con acciones reales que de una vez por todas posibiliten el desarrollo de todos los pueblos. Ése es el gran desafío del siglo XXI y el gran reto a asumir por las ideas que arropan futuro. Mucho nos va, les va, en juego.