Nuevo detective en la ciudad
Inicia Félix Bayón (Cádiz, 1952) con De un mal golpe su serie policiaca. Quien haya leído Adosados (premio Nadal en 1995) y, sobre todo, Un hombre de provecho encontrará en su nueva novela reminiscencias de un costumbrismo remozado, cierta dosis de denuncia social y una voluntad expresa de actualidad. Precisamente en su anterior obra, Un hombre de provecho (Premio Ateneo de Sevilla de 1998), Bayón se inclinó por intentar desnudar el mecanismo del enriquecimiento supersónico y la alta dosis de coste moral que ello conlleva. Con esto quiero indicar que leer De un mal golpe es volver a encontrar las mismas apoyaturas éticas en que se sustentaban sus títulos anteriores. Y a la vez, también quiero decir que no debió serle muy difícil al escritor gaditano desembocar en la novela de género. Los materiales morales y los perfiles humanos ya los tenían implícitos sus dos novelas anteriores, incluso un cierto manejo de la intriga, como sucedía en cierta manera en Adosados.
DE UN MAL GOLPE
Félix Bayón
Destino. Barcelona, 2006
155 páginas. 17,50 euros
Con De un mal golpe, Bayón se incorpora al elenco de autores policiacos españoles. A diferencia de González Ledesma, Alicia Giménez Bartlett o Lorenzo Silva, su protagonista no es un funcionario al estilo de Ricardo Méndez, la inspectora Petra Delicado o el sargento de la Guardia Civil Rubén Bevilacqua. Su héroe retoma el aire entre descuidado y melancólico de los viejos sabuesos americanos de la literatura negra. El de Bayón se llama Luis León. Es detective privado, acaba de ser abandonado por su mujer y tiene un amigo policía (el subcomisario Talavera). Tiene cincuenta años y antes había trabajado como periodista. La mujer del subcomisario, Laura, funciona (no sé si en entregas futuras, esto proseguirá así) como una especie de acompañante de indagaciones criminales, con el ambiguo asentimiento de su marido. El primer caso que debe afrontar Luis León es el asesinato en Marbella de un empresario de la construcción.
De un mal golpe es una
novela bien escrita y con una construcción sencilla de su trama. Pero resulta bastante previsible, un defecto de no poco calado tratándose de una novela de género. Cuando se llevan leídas algunas páginas, uno ya comienza a sospechar que en cualquier momento saltará una receta de cocina, como así fatalmente acaba sucediendo. El inevitable síndrome de Carvalho haciendo estragos. Hay cierto interés psicológico en la química descrita entre el detective y Laura. Y nada más. Un relato rutinario correctamente llevado. Pero sustancialmente, nada que mejore un buen reportaje sobre las mafias inmobiliarias en Marbella.
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