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BIOLOGÍA | Fotorreceptores

Científicos españoles y estadounidenses hallan el gen que permite ver la luz a un hongo

Tres equipos de científicos -dos españoles y uno estadounidense- han unido sus esfuerzos para localizar el gen que permite ver la luz a un hongo bien conocido en los laboratorios, el Phycomyces blakesleeanus, cuyos mutantes ciegos forman parte ya de la historia de la biología. Este hongo se utiliza en laboratorio como organismo modelo para investigar los mecanismos que permiten a los seres vivos relacionarse con el medio ambiente. Una parte del Phycomyces, el cuerpo fructífero, es sensible a varios estímulos ambientales, entre ellos la luz, la gravedad, el viento y la presencia de obstáculos cercanos que modifican la velocidad y dirección de su crecimiento, informan los investigadores de la Universidad de Sevilla, que han trabajado con científicos de las universidades de Salamanca y de Duke.

Como las plantas, Phycomyces crece hacia la luz y contra la gravedad. Sin embargo, hasta ahora no se habían podido detectar los genes de las proteínas fotorreceptoras. Y ello a pesar de que hace ya 40 años, en los años sesenta, el premio Nobel Max Delbrück comenzó en su laboratorio del Instituto de Tecnología de California la larga búsqueda de mutantes ciegos de Phycomyces, que no respondían a la luz. "Fue un trabajo pionero, para encontrar las rutas sensoriales de la misma forma que se estaban estableciendo las rutas metabólicas en los organismos", explica Luis Corrochano, uno de los autores del trabajo que se ha publicado el la revista PNAS. Desde entonces se han encontrado 10 mutantes, que se llamaron mad (loco en inglés) en honor de Delbrück (de quien se cumple este año el centenario del nacimiento), que se han utilizado para investigar los mecanismos responsables de la visión.

El trabajo actual es el primero que logra encontrar uno de los genes cuya mutación hace ciegos a cada uno de estos mutantes, en este caso el madA. "En realidad hemos encontrado dos genes, el de madA y otro, muy parecidos en su secuencia", explica Corrochano, "mientras que en otros hongos sólo se ha encontrado uno. Una hipótesis es que por tener dos genes el hongo es más sensible a la luz que otros".

El producto del gen madA es una proteína que puede unirse al ADN y a un compuesto, la flavina, que absorbe la luz azul y que le permite funcionar como fotorreceptor y activador de genes a la vez.

Esta identificación es un resultado más del proceso actual de secuenciación de genomas completos de hongos, que han permitido identificar genes fotorreceptores en otros tipos de hongos. Dentro de pocos meses se completará el genoma del Phycomyces, señalan los investigadores de la Universidad de Duke. Entonces, será más fácil clonar otros genes mad, conocer mejor cómo responde el hongo a la luz y al final descubrir la base molecular de la percepción de otros estímulos ambientales. Hasta ahora no se ha conseguido conocer los genes implicados en la respuesta a la gravedad o el viento.

"Con nuestro trabajo, hemos cerrado un círculo", comenta Corrochano, de la Universidad de Sevilla. Y es que tanto él como Arturo Pérez Eslava, el jefe del grupo de la universidad de Salamanca, fueron doctorandos de Enrique Cerdá Olmedo, a su vez discípulo y colaborador durante muchos años de Delbrück. De hecho, Cerdá Olmedo y Pérez Eslava fueron autores del primer análisis de un mutante del Phycomyces, publicado en 1973.

Estirpe silvestre de <i>Phycomyces</i> orientado hacia la luz (arriba) y mutante madA, incapaz de orientarse hacia la luz.
Estirpe silvestre de Phycomyces orientado hacia la luz (arriba) y mutante madA, incapaz de orientarse hacia la luz.

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