"Soy completamente feliz en Madrid. No puedo pedir más"
Nació en Quito (Ecuador) hace 44 años. Es el cuarto de cinco hermanos. Llegó a Madrid para una gira con un grupo de mariachis. Sus compañeros se volvieron. Él prefirió luchar por la vida en Madrid. Hace seis años que llegó a España dejando cuatro hijos y tres nietos en su tierra natal.
Walter recibe con un "hola" muy amable a todos los que llegan a su locutorio. Un local pequeño, con siete cabinas telefónicas y algunos ordenadores, localizado cerca del metro de Quintana, en el distrito de Ciudad Lineal. De todos los que pasan por ahí, pocos saben que, además de repartir códigos a los que quieren comunicarse con los suyos por Internet o teléfono, este hombre también reparte notas musicales.
Walter es músico, tiene casi treinta años de experiencia en la profesión. Durante los veranos, "cuando hay trabajo", viaja por toda España y por Europa tocando "el guitarrón tradicional de los grupos mexicanos de mariachis". "Conozco cada pueblito, cada sitio de España. Paso el verano viajando por todos los festivales del país", rememora con alegría.
Este ecuatoriano arribó la primera vez en Madrid para una gira musical, pero al final su espíritu aventurero y problemas personales lo llevaron a elegir Madrid como lugar donde vivir. Viajando como músico, también ha conocido Portugal, Alemania, Dinamarca, Suecia y Suiza.
"Decidí quedarme por problemas personales, no he venido a hacer fortuna. Económicamente no estaba mal en mi tierra". Cuando habla de su pasado, la cara ya no tiene la misma sonrisa que cuando diserta sobre música. Walter pasó malos momentos a causa del divorcio con su primera mujer en Ecuador. Éste fue el principal motivo por el que decidió quedarse en Europa. Tuvo cuatro hijos de ese primer matrimonio, que siguen en Ecuador. Tres de ellos ya están casados e, incluso, ya le han regalado tres nietos. La familia -hijos y hermanos- es lo único que echa de menos de su tierra. De sus cuatro hermanos, sólo uno ha intentado recalar en España. Fue hace un par de años. "Pero se fue enseguida. Le contrataron y no le pagaron su trabajo de dos meses. Se marchó arrepentido de haber venido", se entristece Walter.
Dormir en el suelo
Lo primeros tiempos fueron difíciles. Después de la primera gira en España, un mexicano le ayudó a conseguir trabajos como músico. "Luego me separé de él porque me di cuenta de que estaba robando dinero al grupo", relata. El primer cobijo que tuvo en Madrid se lo ofrecieron unos primos lejanos que vivían en la plaza de España. "No conocía a nadie. Entonces decidí pedir ayuda a mis parientes. En la casa de mis primos, dormía en el suelo porque no había espacio para mí. Pasé ahí casi un año". Durante el invierno, cuando no hay mucho trabajo para los músicos, Walter se ganaba la vida tocando en el metro con otros mariachis. "Tenía miedo de los guardias. No son mala gente, pero te sacan del vagón y te piden el DNI. Una vez, cuando me dirigía a un ensayo, un guardia me miró. Me sacó del metro. En esa época yo aún no tenía papeles. Firmaron contra mí una orden de expulsión, pero decidí quedarme y esperar mis papeles. Por suerte, salieron", dice.
Con los espectáculos de cada verano, Walter logró juntar dinero, lo ahorró y compró dos coches. Luego los vendió para conseguir financiación para su negocio, que hoy lleva con la ayuda de su segunda mujer, que está embarazada. Ella también es de Quito, y lleva aquí cinco años. "¡Soy completamente feliz en Madrid!", exclama, y le vuelve la sonrisa al rostro. "Tengo la mujer que quiero. Tengo un coche y un piso, que empecé a comprar ahora. Tengo mi negocio. Viajo con el grupo y voy a tener una hija. ¡No puedo pedir más!" La pareja va a tener su primera niña. "¡Viene una niña preciosa!", afirma con los ojos humedecidos.
De Madrid, lo que más encanta a este hombre "es la alegría de la gente". "Me gusta cómo las personas viven el verano", comenta. Otra cosa que le vuelve loco es la comida española. Desde que llegó, Walter no ha vuelto a poner los pies en Ecuador. Volver a vivir en Latinoamérica no está en los planes futuros del ecuatoriano. "Creo que ya hemos echado raíces aquí, ahora vuelvo sólo de visita", afirma, y en ese momento mira a su mujer embarazada.
Sobre la imagen de los inmigrantes en España, cree que "todos pagan por lo que hace uno", "La mayor parte viene para trabajar. Lo que pasa es que hoy la situación está más difícil y la gente muchas veces termina en la calle", explica. Para Walter, hoy en día los que quieren inmigrar pueden venir, pero con alguna propuesta o posibilidad de trabajo. "No creo que sea una buena idea hacer como hice yo", asegura.
"Echo de menos a mis hijos, pues nunca más los volví a ver. Crecieron y no les he acompañado", reflexiona Walter. La sonrisa desaparece. Todavía, como suelen hacer muchos compatriotas, envía dinero a los suyos cada mes. "Siempre les he mandado dinero, aunque mi situación no fuese buena".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.