Apoteosis de alomojó
LO MÁS GRACIOSO, por decirlo así, de estos periodos de gran crispación que tiene la política española es que la economía queda fuera de la discusión. Hay dos Españas, y una gran confrontación, y la derecha y la izquierda se acusan de radicalismo, pero con un gran acuerdo general sobre la política económica. No hace tanto tiempo, la derecha y la izquierda discutían de economía. Ahora, como mucho, discuten de empresas. ¡Esta empresa es mía! ¡Que te crees tú eso! ¡Pues a Bruselas vas! Las dos Españas ya no son lo que eran. ¿Dónde se ha visto que desde la oposición se tenga al ministro de Economía como ejemplo de sensatez, ponderación y buen gobierno? "¡Menos mal que está Solbes!", dicen en el PP. Algo parecido sucedía con los socialistas en la oposición y Rodrigo Rato en el Gobierno. "Les reconozco que la política económica la hicieron bien", dijo Zapatero al empezar a gobernar. Es como si, en un partido de fútbol, se pusieran de acuerdo en el resultado, y el juego consistiera en liarse a patadas. El que da más patadas, gana.
Un día, Rajoy sugiere que se puede anular el sumario del 11-M. Luego dice no. No se le puede acusar de falta de flexibilidad
Ciertamente, en el caso del PP, se lían a patadas, a cabezazos, codazos y todo tipo de mamporros. Se lían muchísimo. Qué semana más rara que han tenido en el PP.
Un día, Rajoy sugiere que se puede anular el sumario del 11-M. Al día siguiente dice que no, que ya no lo sugiere. Desde luego, no se le puede acusar de falta de flexibilidad. Si en un asunto de tanta envergadura cambia de opinión con esta facilidad, para él debe ser una tortura hacer la compra. "Una barra de pan. No, mejor dos. No, ninguna. Mejor garbanzos. O gaseosa, póngame gaseosa. ¡Mejor siete yogures!". Finalmente, Rajoy rectificó, y ya no hay que anular el sumario. Pero Eduardo Zaplana sigue en la brecha. "Alomojó tenemos sorpresas gordas en esta investigación".
Mucha gente denigra este estilo de hacer política, basado en imaginar supuestos y construir una realidad sobre esos supuestos imaginarios, pero hay que reconocer que el alomojoísmo es bien práctico. Por ejemplo: un juez de Castellón cita a cuatro ministros de Aznar para investigar un caso de tráfico de infuencias y cohecho. ¿Respuesta política correcta? Hay que esperar, porque alomojó no hay na. Es decir: para los rivales, está el alomojó sí;para los propios, el alomojó no. El álomojó es la piedra filosofal. Con el sumario del 11-M hemos vivido la apoteosis del alomojó: "Si no afirmamos nada, sólo decimos que alomojó". Al parecer, no se dan cuenta de que eso es lo grave en un Estado de derecho. ¡Nota importante!: el alomojó sólo vale en política. Si uno lo utiliza en su vida cotidiana, lo normal es que le partan la cara. Uno puede dirigirse a un vecino y le dice: "Alomojó es usted un cerdo, un ladrón y un asesino". Lo normal es que la cosa acabe mal. "¡Si sólo le dije alomojó!". Ya, ya, pero te han partido la cara, chaval.
Total, que las dos Españas y tal y cual: se discute sobre terrorismo y hay un acuerdo sobre política económica. Sería más lógico que hubiera acuerdo sobre terrorismo y se discutiera sobre política económica, pero el mundo está muy raro.
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