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Washington mantiene su doctrina de guerra preventiva y apunta a Irán como amenaza

La Casa Blanca revisa su Estrategia de Seguridad Nacional por primera vez desde 2003

En la primera revisión de la Estrategia Nacional de Seguridad después de la guerra de Irak, EE UU sostiene la doctrina del derecho a atacar preventivamente en defensa propia, y apunta a Irán como el principal reto, porque "patrocina el terrorismo, amenaza a Israel y trata de alterar la paz en Oriente Próximo y la democracia en Irak". La presión diplomática sobre el programa nuclear iraní, se afirma, debe tener éxito "para evitar el enfrentamiento". El texto, que sirve de marco para definir las líneas internacionales de la seguridad estadounidense, arranca con una carta de George W. Bush en la que se reafirma que EE UU está en guerra contra "un terrorismo alimentado por una agresiva ideología de odio y muerte".

El texto no modifica la principal innovación del documento de 2002 que marcó la estrategia después del 11-S: los ataques preventivos. La diplomacia y la acción no militar son la mejor forma de frenar la proliferación de armas de destrucción masiva; "sin embargo, si es necesario para nuestra defensa, no descartamos el uso de la fuerza antes de que ocurra el ataque".

"EE UU se reserva el derecho de tomar medidas anticipatorias para defenderse, incluso aunque haya incertidumbres sobre el lugar y el momento del ataque del enemigo". En otras palabras, habrá medidas anticipatorias si se cree que una escalada nuclear en un país como Irán o Corea del Norte va a desembocar en un futuro ataque, porque "cuando las consecuencias de un ataque con armas de destrucción masiva son potencialmente tan devastadoras, no podemos permitirnos el lujo de quedarnos cruzados de brazos mientras se materializan graves peligros". "Nuestro enfoque", se añade, "es idealista en cuanto a los objetivos y realista en cuanto a los medios para conseguirlos".

El documento, en línea con las declaraciones de Bush y otros dirigentes, reconoce el error de creer que había armas de destrucción masiva en Irak y dice que "hay que aprender de esta experiencia"; la información de los servicios secretos debe mejorar, pero "siempre habrá incertidumbre sobre el estatus de los programas clandestinos", porque "los regímenes proliferadores, a menudo brutales, se esfuerzan por ocultar sus actividades". En todo caso, "es mejor para el mundo que los tiranos sepan el riesgo que corren si quieren tener armas de destrucción masiva".

A pesar de las críticas internas e internacionales sobre la experiencia iraquí, la estrategia apuesta por la democracia de transformación. Pero hay una interesante reflexión sobre los límites de la actuación unilateral: "Tenemos que estar preparados para actuar solos si es necesario, al tiempo que debemos reconocer que, sin la cooperación sostenida de nuestros aliados y socios, hay pocas cosas que podamos conseguir y que tengan consecuencias duraderas".

Regímenes despóticos

A lo largo de casi medio centenar de páginas, la Estrategia de Seguridad Nacional revisada evoca desde el principio uno de los ejes de la política exterior de George W. Bush: la extensión de la democracia. "EE UU apoya los movimientos e instituciones democráticos en cada nación y cultura, con el objetivo último de acabar con la tiranía en el mundo". ¿Cómo se concreta ese apoyo? Denunciando abusos contra los derechos humanos -se menciona "la intolerancia religiosa, la discriminación de las mujeres y el tráfico de personas"-, recibiendo en la Casa Blanca a los líderes opositores de países represivos, financiando elecciones y sancionando a los regímenes despóticos. Además de Irán, se señala a otros seis países con esta denominación: Bielorrusia, Myanmar (Birmania), Corea del Norte, Cuba, Siria y Zimbabue. También se reconoce que "las elecciones por sí solas no son suficientes" y que deben ser "reforzadas con otros valores, derechos e instituciones". La libertad "no puede ser impuesta", y la forma que adopten la libertad y la democracia en los diferentes países "reflejará su historia, su cultura y los hábitos propios de su gente".

La Estrategia de Seguridad incluye el llamamiento contra el aislacionismo que Bush lanzó en el discurso sobre el estado de la Unión y la necesidad de abordar los retos de la globalización, defiende el refuerzo de la OTAN y la reforma de la ONU y destaca que, además de la guerra militar contra el terrorismo, a corto plazo, EE UU debe combatir a largo plazo en la lucha de las ideas, "porque son las ideas las que pueden convertir a los desilusionados en asesinos dispuestos a matar a víctimas inocentes".

China -en una reflexión nueva con respecto a 2002- recibe el aviso de que no debe actuar "como si pudiera acaparar los recursos energéticos" o "tratar de dirigir los mercados, en lugar de abrirlos". En cuanto a Rusia, queda claro que acabó hace tiempo la luna de miel entre George W. Bush y Vladímir Putin: el texto lamenta "un menor compromiso" de Rusia "con las instituciones y las libertades democráticas".

Alí Lariyani (centro), jefe de los negociadores iraníes en el conflicto nuclear, habla con diputados en Teherán.
Alí Lariyani (centro), jefe de los negociadores iraníes en el conflicto nuclear, habla con diputados en Teherán.AP

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