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Muerte del ex dictador serbio

El presidente serbio Tadic rechaza un funeral de Estado para el ex dictador

La población de Belgrado muestra indiferencia ante la muerte del antiguo líder nacionalista

Guillermo Altares

Unos pocos partidarios de Slobodan Milosevic lloraban a su antiguo líder en la sede del Partido Socialista Serbio (PSS), en Belgrado. En las calles de la capital, el movimiento habitual: ni manifestaciones ni muestras de dolor. Es, en todo caso, la clase política la que más se hace notar con declaraciones patrióticas (entre los suyos) o de educada frialdad (los demás). En medio de ellas surgió ayer la del presidente serbio, Borís Tadic, que descartó cualquier funeral con honores de Estado, como reclaman en el PSS. "Sería absolutamente inadecuado", dijo.

Pesadas alfombras moradas, con el emblema del SPS, aguardiente y café espeso, pomposa decoración y una imagen de Milosevic ante un libro de firmas... El ambiente desangelado, propio de otros tiempos, sólo quedaba roto por una machacona música que se colaba desde el local vecino, la discoteca Vainilla Lounge. En la puerta, bajo la lluvia, había más gente esperando para entrar en el club que en la sede del partido. Un claro signo de la indiferencia con la que los serbios han recibido la muerte de su antiguo presidente.

El tercer aniversario del asesinato de Zoran Djindjic, el primer ministro reformista de Serbia que envió a La Haya a Milosevic el 5 de octubre de 2001 bajo la acusación de genocidio y crímenes de guerra, recibió mucha más atención por parte de los belgradenses y las autoridades.

Los ciudadanos serbios parecen más preocupados por la salida, que nunca acaba de llegar, de la crisis económica crónica, por la propia supervivencia de la Federación -Montenegro ha convocado en mayo un referéndum para independizarse- o por Kosovo, la provincia de mayoría albanesa administrada por la ONU, que se encamina hacia la independencia.

"Casi todos hemos recibido esta noticia con sorpresa. Era algo que no nos esperábamos", explica Boris Husovic, redactor jefe de la cadena de radio y televisión B92, que dio el sábado la primicia de la muerte de Milosevic. En la sede de esta emisora independiente, que encabezó la revuelta estudiantil y de la oposición democrática contra el ex presidente de finales de los noventa, las televisiones estaban ayer por la mañana conectadas con el mismo acontecimiento internacional: el arranque del mundial de Fórmula 1 en Bahrein. "La mayoría de los menores de 40 años están mucho más pendientes del camino de Serbia hacia la UE que del pasado, en el que sigue anclados muchos mayores de 60 años", señala Husovic.

"Milosevic no ha influido en la vida política serbia desde 2001, cuando fue enviado a La Haya", explica Dejan Anastasijevic, analista del diario Politika, que declaró contra el dictador durante su proceso. "Las consecuencias van a ser mínimas y no creo que tenga una influencia en la vida política", agrega. Aunque los socialistas tienen una pequeña representación parlamentaria (7,7% en las legislativas de 2003), el ultranacionalista Partido Radical Serbio (SDS), de Vojislav Seselj, encarcelado en La Haya por crímenes de guerra, logró un 28% de los votos y su apoyo es crucial para la supervivencia del Gobierno de Vojislav Kostunica. Es muy posible que sea esta formación, a la que recientes encuestas dan casi un 35% de los votos, la que trate de aprovechar la muerte de Milosevic, al que muchos jóvenes culpan de las guerras que destrozaron la antigua Yugoslavia, de los bombardeos de la OTAN de 1999 y de arruinar la economía.

Con interrupciones constantes para saludar a los líderes locales llegados desde toda Serbia, Ivica Dacic, presidente de la junta directiva del SPS y el principal heredero político de Milosevic, reivindica la figura de su líder. "Su muerte va a despertar más simpatías hacia él. Todo el mundo sabe que el tribunal de La Haya lo mató", asegura Dacic, quien considera que Milosevic fue una cabeza de turco que ha pagado por crímenes que cometieron otros. Minutos antes, ante el plenario del partido, Dacic desempolvó la vieja retórica victimista y, tras calificar a Milosevic de leyenda, aseguró que en La Haya se llevó a cabo un juicio "contra todo el pueblo serbio".

Unas 200 personas esperan en la puerta para firmar en el libro de condolencias, en la única muestra de dolor popular en Belgrado. La mayoría vivieron los tiempos de gloria de Yugoslavia y pertenecen al sector de población que sigue apoyando a este partido. Aunque no Olga, de 25 años, que lanza una encendida defensa de Milosevic. "No fue responsable de las guerras: el Ejército yugoslavo tenía todo el derecho a defender su territorio", dice. En una demostración de la amalgama de ultranacionalistas y ex comunistas que domina el sector más ultramontano de la política serbia, agrega: "Sólo espero que nos devuelvan vivo a nuestro Seselj".

Una mujer firma en un libro de condolencias por Milosevic ayer en Pozarevac.
Una mujer firma en un libro de condolencias por Milosevic ayer en Pozarevac.EFE

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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