La difícil movilidad del violinista
La organización logra que Perlman tenga una estancia sin barreras arquitectónicas
El violinista Itzhak Perlman (Israel, 1945) ofrecerá un concierto en el Palau de la Música Catalana el próximo día 19. Acompañado al piano por Bruno Canino, interpretará obras de Mozart, Beethoven, Debussy y Kraisler y Heifetz. Hasta aquí una nota que podría figurar en las páginas de Cultura cualquier diario. Pero hay algo en el concierto de Perlman que lo hace diferente. Empezando, quizá, por el lema bajo el que tocará el violín en el Palau: "La música no hace diferencias".
No las hace, pero las hay. Porque Perlman se mueve en silla de ruedas. De modo que sus movimientos, desde el viaje a Barcelona hasta su estancia y el momento de su partida, se topan con obstáculos que quienes no sufren problemas de movilidad ni siquiera imaginan. Hay una forma de acercarse a esos problemas y es hablar con una de las personas que han colaborado a que el concierto se haga: Eulàlia Trias, barcelonesa y también con problemas de movilidad desde los 13 años, problemas contra los cuales opone una tenaz voluntad.
En Barcelona no hay un solo hotel con una 'suite' adaptada a la silla de ruedas
Una persona con movilidad reducida que llegue al aeropuerto de Barcelona puede disponer de un taxi adaptado, un servicio en el que colabora el Ayuntamiento de Barcelona. Pero, claro, hay que saberlo, porque este servicio, "estupendo", dice Eulàlia Trias, tiene que ser encargado con 24 horas de antelación. Perlman no tendrá problemas. El comité que ha organizado su concierto se ha ocupado también de que tenga un coche adaptado. En caso contrario, sería difícil que lo hubiera en El Prat.
Mucho más difícil sería que pudiera moverse con el transporte público que sirve al aeropuerto. Y es que, insiste Trias, "si tienes dinero, las dificultades son más fáciles de resolver". En el coche adaptado, Perlman se dirigirá a un hotel. Pero encontrar una habitación adecuada no ha sido tarea fácil.
Eulàlia Trias, junto con otras personas, ha estado dos semanas buscando una habitación para el violinista israelí. "Es verdad que la mayoría de los hoteles, de todas las categorías, cumplen la normativa y tienen habitaciones adaptadas. Pero normalmente no son la mejor. Son la última del pasillo, con las peores vistas, cuando las tiene", explica Trias. Además, Perlman, que se lo puede permitir, quería una suite. Y ahí las cosas ya están más crudas. No hay en Barcelona ni un solo hotel que ofrezca una suite adaptada.
"Hay hoteles que ofrecen suites de 450 metros cuadrados. Un espacio inmenso, pero inhábiles para una persona con silla de ruedas. La puerta del aseo tiene una anchura de 60 centímetros. Con 20 centímetros más, casi nada en las dimensiones de la pieza, se podría entrar con silla de ruedas. Pero no. Ni una sola suite tiene una puerta de aseo de 80 centímetros".
Trias suspira y piensa en voz alta: "Las cosas están mejor y en Barcelona, respecto a otras ciudades europeas, mucho mejor, pero una persona con dificultades siempre se topa con estos obstáculos. Es diferente".
Ella lo sabe bien porque ha ido a no pocos de los sitios que Itzhak Perlman quizá quiera visitar. Por ejemplo, una vez en el hotel podría desear ir de cena. "Hay restaurantes adaptados, pero con frecuencia les falla el lavabo".
El Palau de la Música está "todo adaptado", explica Eulàlia Trias, que lo conoce bien por su condición de melómana. Más aún, se ofrece a las personas que van en silla de ruedas la posibilidad de situarse en un palco aunque paguen entrada general. También sucede así en el Liceo: están adaptados los palcos. Es decir, lo más caro. Pasa algo similar, cuenta, en los cines adaptados: la persona en silla de ruedas tiene que estar casi siempre sola, y además "en primera fila, con la pantalla enfrente, o en la última".
Otro asunto es llegar hasta el edificio. Hay que hacerlo en coche. El Palau de la Música tiene, en su parte trasera, dos plazas para personas con movilidad reducida. Dos, de modo que "casi siempre están llenas". El Auditori, en cambio, dispone de aparcamiento y ha reservado 12 plazas para estas personas, pero el ascensor aún no ha sido puesto en funcionamiento. La adecuación del Palau evitará que a Perlman le ocurra lo que hace siete años en otra ciudad española: "Hasta el escenario había 25 escalones. Lo subieron, pero en el intermedio no se atrevió ni a ir a lavabo".
Cabe que Itzhak Perlman quiera ir de compras. "No podré nunca llevarle al paseo de Gràcia. Allí hay tiendas que están adaptadas en el interior, pero algunas de las más caras tienen un escalón de 25 centímetros". Están los grandes almacenes. "Es estupendo, han pensado en nosotros y nos podemos mover con facilidad. Incluso tenemos servicios adaptados. Pero con frecuencia están cerrados y hay que ir a algún lugar especial a buscar la llave".
Si Perlman se mueve por Barcelona en el coche adaptado, puede tener problemas para aparcar. Si fuera residente, el municipio le facilitaría un aparcamiento frente a su casa y dotaría a su coche de un distintivo que le permitiría aparcar en lugares vetados a otros conductores. El problema es que las plazas reservadas no siempre se respetan y que "algunos guardias no son tan amables como el alcalde, que luego nos quita las multas que ellos nos ponen". Eulàlia Trias se ha encontrado dos veces, a las dos de la madrugada, sin el coche porque se lo había llevado la grúa.
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