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Reportaje:

La ruta española de Bagdis

Siete cooperantes de la AECI y 160 militares construyen la primera carretera de una provincia de Afganistán

Los 50 minutos de helicóptero que separan la capital cultural de Afganistán, Herat, de Qali Nao transcurren por un mar de montañas y colinas sin un solo árbol y en cuyos barrancos se levantan, casi confundidos con la arena, pueblos y aldeas de casas de adobe, que parecen dormidos en el tiempo.

Cuando finalmente el Cougar artillado del Ejército español se posa en la improvisada pista de Qali Nao, se divisa el primer gran proyecto que realiza en la zona la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), un puente sobre el río que será el kilómetro cero de la primera carretera con la que contará la provincia de Bagdis, que también construirá la AECI.

En Qali Nao trabajan al unísono los siete civiles de la Agencia Española de Cooperación Internacional y 160 militares destacados en la zona para garantizar la seguridad de los cooperantes y facilitar la puesta en marcha de los proyectos, que incluyen también uno de agua y saneamiento y otro de apoyo sanitario y rehabilitación del hospital.

Los 400.000 habitantes viven en la miseria y su esperanza de vida no llega a los 45 años
Es una zona tranquila, "no se han detectado células talibanes", dice el coronel José Alonso

La provincia de Bagdis, situada en el oeste de Afganistán y fronteriza con Turkmenistán, no tiene en todos sus 21.858 kilómetros cuadrados -algo así como la provincia de Zamora- ni electricidad, ni agua corriente, ni un solo kilómetro de calle o carretera asfaltada. Sus 400.000 habitantes viven en la miseria más absoluta, con una esperanza de vida inferior a los 45 años, lo que los coloca por debajo de buena parte de los países de África.

La zona, sin embargo, es bastante tranquila. "Aquí no se han detectado células talibanes", comenta el coronel José Alonso, del III Tercio de la Legión, y jefe del Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT), asignado a España. La inseguridad, según Alonso, procede de la "lucha por el poder entre las distintas tribus de la zona", ya que en esta parte no está articulado el Estado, porque la autoridad de Kabul sólo puede llegar en helicóptero.

La legionaria Carla Merino, de 22 años, que cumple junto con sus compañeros una misión de cuatro meses en Qali Nao se siente "muy satisfecha" de haber tenido la oportunidad de asistir a este proyecto y descubrir una realidad que te obliga a "replantearte los valores de la sociedad en que vivimos".

"Hemos sentado las bases para un largo proceso de ayuda", afirma José Luis Solano, de 54 años, y embajador especial de la AECI, que lleva en Qali Nao desde septiembre pasado, cuando comenzó a levantarse el campamento y se decidieron las principales necesidades de la ciudad, que tiene 30.000 habitantes.

En el destartalado hospital - que se reconstruirá con parte de los 150 millones de euros que España se ha comprometido a destinar a la reconstrucción de Afganistán- no existen las más mínimas condiciones sanitarias. Sobre uno de los cuatros camastros desvencijados de cada habitación, un médico deshace las ropas sucias de una niña para mostrar que acaba de ser operada de apendicitis. La mortalidad infantil es altísima en esta provincia poblada principalmente por tayikos, la segunda etnia de Afganistán, después de los pastones, que están más extendidos por el sur del país.

Hay más de un centenar de afganos empleados en el campamento por las dos empresas españolas encargadas del mantenimiento del complejo y de la construcción de los módulos que sirven de dormitorios, oficinas, comedores o zonas comunes. Además, hay otros 200 afganos empleados en los proyectos.

Todos ellos tienen un sueldo, que aunque pequeño -no llega a tres euros por día de trabajo- es casi una fortuna para el sueldo medio de esta provincia, que está por debajo de los 40 euros mensuales. Estos empleos han dado una nueva vitalidad a Qali Nao. La circulación de dinero comienza a notarse en que los comercios presentan mayor actividad, en la apertura de otros nuevos y en la llegada de otras gentes del distrito, que tiene más de 100.000 habitantes, al calor de las nuevas oportunidades que se abren.

Finalizado el invierno, los tres proyectos arrancarán plenamente el mes que viene, cuando se reciban las tuberías para las canalizaciones del agua y se decida que a que empresa afgana se adjudicará la construcción de la carretera. Este proyecto multiplicará, al menos por tres, el número de trabajadores con un sueldo en la zona, ya que según el coordinador de la AECI, Pablo Yuste, de 34 años, "no aceptamos que las empresas paguen el trabajo con comida".

Pese a las dificultades y a la lejanía, se percibe entusiasmo entre los españoles destacados en la zona, tal vez por la sensación que tienen de que son bien aceptados por la población. Conforme se han ido levantando los pilares del puente, los habitantes de Qali Nao han ido mirando a los extranjeros con más simpatía.

Los legionarios tampoco han querido limitarse a su tarea de dar seguridad a los civiles españoles y realizan pequeños proyectos de ayuda como suministrar alimentos al orfanato en que malviven 100 niños, reconstruir la biblioteca y regalar una radio. Además, a través de un intérprete, realizan un programa de radio semanal, en el que el comandante Rafael Morillo explica a la población qué medidas deben adoptar para prevenir enfermedades, la conveniencia de acudir a la escuela o que existen otros cultivos alternativos al opio, que la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) está dispuesta a impulsar.

Precisamente uno de los problemas que más afecta a la provincia de Badgis es el narcotráfico. No sólo porque, sobre todo en el norte, se cultive la amapola opiácea, sino también porque es ruta de paso de la droga hacia Rusia y Europa.

Aunque Reino Unido es el país de los 36 representados en ISAF que se encarga de la lucha contra el opio, el coronel José Alonso señala que en sus conversaciones con el gobernador y las autoridades provinciales ha abordado la necesidad de sustituir estos cultivos por otros como cereales de fácil venta en el país.

El teniente general Bernardo Álvarez del Manzano (con gafas), junto a otros miembros españoles en Herat.
El teniente general Bernardo Álvarez del Manzano (con gafas), junto a otros miembros españoles en Herat.JOSÉ GARCÍA GARCÍA (ISAF)

"Vamos a estar muchos años"

El teniente general Bernardo Álvarez del Manzano Albiñana, de 60 años, eligió Afganistán como primer destino de su flamante nombramiento como comandante del Mando de Operaciones, que se encarga de todas las misiones militares españolas en el exterior.

Álvarez del Manzano visitó primero Kabul, donde están destacados 20 españoles en el cuartel general de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), y el viernes se trasladó a Herat, donde se encuentra el grueso de la misión española.

En Herat, capital de la provincia del mismo nombre, está la base de apoyo avanzada que presta apoyo cobertura de seguridad a toda la zona oeste de Afganistán, que incluye cuatro provincias: Herat, Fará, Gor y Badgis, en cada una de las cuales hay un equipo de reconstrucción provincial.

A esta base están asignados 380 militares españoles, además de los siete destinados al cuartel del mando coordinado, que está en el mismo centro de la ciudad de Herat y que después de las manifestaciones por las caricaturas de Mahoma se ha decidido incluir en la base, que dispone de mayores medidas de seguridad, además de un amplio perímetro de protección.

Junto a los españoles, en la base hay militares de Italia, Eslovenia, Lituania y Bulgaria, que hacen un total de más de 600 efectivos.

En los últimos meses ha habido un incremento de la actividad guerrillera sobre todo en la provincia de Fará lo que ha obligado a la Fuerza de Intervención Rápida, que actualmente cubre la Legión, a intervenir en dos ocasiones. Esto unido a la lluvia de piedras que sufrió el cuartel del mando coordinado, con motivo de la furia por las caricaturas de Mahoma que dejó sin un cristal a las dependencias españolas, fue lo que movió a Álvarez del Manzano a acudir de inmediato a visitar a sus hombres.

"Quería medir sobre el terreno las capacidades reales de nuestras tropas", asegura el teniente general, que afirma que el mismo miércoles presentará su informe de evaluación sobre las necesidades de la misión para que puedan cumplir con su objetivo de proporcionar seguridad y protección a los equipos de reconstrucción que trabajan en la zona, que tiene una extensión similar a la de Andalucía.

Álvarez del Manzano no quiere, sin embargo, hablar de aumento del número de efectivos, sino más bien de un reajuste de los que se tienen, que supondrá la reducción en ciertas unidades y el aumento en otras, como por ejemplo en equipos de detección de explosivos. "No es cuestión de cantidad, sino de calidad", dice el militar, que tampoco descarta que, una vez realizado el ajuste, el resultado sea la necesidad de incrementar los actuales 540 militares destinados en Afganistán.

Este eventual aumento se correspondería con la decisión adoptada por la ISAF de dar a la base de apoyo de Herat autonomía de mando con respecto al cuartel general de Kabul, lo que exigirá aumentar los órganos de decisión de la base.

Todo esto se encuentra enmarcado en la demanda presentada por Estados Unidos a la OTAN para que extienda su misión por el sur de Afganistán, que es la zona más conflictiva, y donde el Pentágono prosigue con su Operación de Libertad Duradera contra los restos del régimen talibán derrocado en noviembre de 2001 y de elementos de Al Qaeda.

"No habrá ni un soldado más de lo necesario", sostiene el jefe del Mando de Operaciones que no duda en afirmar: "Vamos a estar muchos años en Afganistán".

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