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AL VOLANTE | PRUEBA
Columna
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Confort deportivo

El CLS es un Mercedes Clase E con traje deportivo. Su interior hace sentirse en un cupé de lujo con todo el despliegue tecnológico de la marca alemana. Algunas soluciones sorprenden, pero en su mayoría son opcionales y caras. Es el caso de la suspensión neumática Airmatic, muy recomendable (2.299 euros). Sin embargo, estas tecnologías contrastan con detalles superados, como el freno de mano de pedal, y se echan de menos otros que vienen ya de serie en coches populares, como la apertura sin llave y el arranque por botón (1.464) o los sensores de aparcamiento (947).

Muy cómodo y seguro

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Una berlina revolucionaria con línea de cupé

Uno de los aspectos que más impresionan en el CLS es su relación entre tamaño y manejabilidad. A pesar de sus casi cinco metros de longitud y dos toneladas de peso (con conductor) se mueve con una agilidad sorprendente no sólo en carreteras amplias y autopistas, sino también en zonas estrechas y viradas. Obedece al volante con una suavidad y precisión exquisitas, apenas acusa las inercias y balanceos laterales y se conduce fácilmente sin el menor esfuerzo.

Estas virtudes se aprecian aún más con la suspensión opcional Airmatic de la unidad de pruebas, que permite elegir tres programas con un botón y regula la dureza para aumentar el confort o la eficacia en curva. Además, el CLS viene de serie con todas las ayudas electrónicas, desde los frenos eléctricos SBC, que paran el peso con contundencia, hasta un control de estabilidad ESP a la última.

El resultado es una estabilidad a toda prueba y una sensación de seguridad muy agradable que permite afrontar viajes muy largos relajadamente y sin cansancio: se conduce con dos dedos, filtra los baches como si llevara un colchón de aire debajo y está muy bien insonorizado. Ofrece el confort de las berlinas más exclusivas.

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Un turbodiésel con siete marchas

El CLS turbodiésel monta el nuevo motor 3.0 V6 de Mercedes, que rinde 224 CV. A priori parece algo justo para un coche tan llamativo, pero equipa el cambio automático secuencial 7G-Tronic que permite sacarle el máximo partido y ofrece unas prestaciones sorprendentes que exigen vigilar el velocímetro: acelera de 0 a 100 km/h. en siete segundos y alcanza 246 km/h. Sin embargo, lo mejor es que responde con una suavidad exquisita, cambia sin que apenas se note e incluso reduce por su cuenta al frenar. Aparte de destacar por su elasticidad a bajo régimen, responde en cuanto se acaricia el acelerador porque siempre hay una marcha apropiada a cada situación (adelantamientos, subidas...). Además gasta casi como un utilitario: menos de nueve litros en conducción suave y en torno a 11 apurando las marchas y en ciudad.

Con estas virtudes, el CLS se disfruta cada vez que se conduce porque combina una imagen deportiva y elegante, una calidad de conducción impecable y un confort sobresaliente que le sitúan entre las mejores berlinas.

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