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Entrevista:FERNANDO VALLESPÍN | Presidente del CIS

"Cada vez hay una mayor exigencia de igualdad entre hombres y mujeres"

Fernando Vallespín, presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), de 51 años, autor de varios libros de teoría política y antiguo vicerrector de la Universidad Autónoma de Madrid, contempla ahora desde dentro el sentir de los españoles, sus creencias, sus señas de identidad y su evolución hacia una sociedad que ya es "postradicional". Nombrado por el Gobierno, pero independiente, apoya la propuesta, anunciada por el Ejecutivo, de que el presidente del CIS sea elegido por el Congreso.

Pregunta. Se encuentra en un lugar privilegiado para observar el sentir de la sociedad civil. Dentro de la cascada de datos que almacena el CIS, ¿qué cambio le parece más llamativo?

Respuesta. Hay una mayor exigencia de igualdad entre hombres y mujeres. Justamente porque hay una mayor conciencia de la desigualdad de género. Si en octubre de 1995 un 44,7% acusaba ya "grandes desigualdades", el porcentaje no ha dejado de crecer: ahora un 52% visualiza la desigualdad de género. Esto demuestra que la opinión se mueve, no queda congelada. Otro dato llamativo es que la distancia entre los ciudadanos y la clase política crece. Quizás sea algo coyuntural, de los últimos meses. La paradoja es que a la vez que se distancian, son exigentes con esos políticos y piden que el Estado arregle los problemas. Pero la desconfianza es alta, debido a una falta de cultura política que viene de lejos. Hay poco interés por lo público: predomina una cultura de intereses privatizados.

Respecto a las decisiones morales, "España es un país católico, pero no religioso"

P. ¿No se dice que es una sociedad volcada hacia lo público?

R. La vida se desarrolla en el espacio público, pero los valores están asociados a las relaciones personales. Lo que cuenta, ante todo, es la familia y la amistad.

P. La familia entonces no se rompe ni se hunde.

R. Goza de buena salud. Se transforma, aumenta el número de uniones informales y se incrementa el número de hijos fuera del matrimonio. Y el matrimonio homosexual es aceptado por el 64%. La familia, en suma, tiene preeminencia sobre los intereses laborales y políticos.

P. ¿En qué sociedad vivimos? ¿Cómo definirla?

R. Es una sociedad postradicional. Las tradiciones perviven y se valora el matrimonio y la religión, pero se hace un uso individual. Por ejemplo, el 80% de los españoles se define como católico, pero el porcentaje de los que creen en Dios es menor y sólo el 25% se declara practicante. Otra paradoja es que, a pesar de esta mayoría católica, sólo un 23% admite que la verdad esté en una sola religión. Se trata de un ejercicio de fe personal, que no implica someterse a las normas. Las decisiones morales se toman con autonomía. En este sentido, España es un país católico, pero no religioso. Algo patente en los jóvenes: la cuestión religiosa está al final de sus intereses.

P. ¿No es paradójico que haya sectores que defiendan la enseñanza de la religión en una sociedad tan poco religiosa?

R. Hay una ligera mayoría que considera bueno que haya educación religiosa, sobre todo en el ámbito rural. La influencia religiosa no remite tanto a una identidad espiritual como ideológica y se refleja en debates públicos de fondo ético, como la Ley de Reproducción Asistida o las células madre. Pero a la vez, el agnosticismo aumenta.

P. En esta sociedad postradicional, ¿dónde poner el foco de la modernidad?

R. En el nuevo papel de la mujer. Su incorporación al mundo laboral conlleva una constelación de cambios, entre ellos la baja fecundidad.

P. ¿El papel del hombre en el hogar también cambia?

R. Hay una mayor conciencia de que la conciliación de lo doméstico y lo profesional la sufre ella. Vamos a hacer una encuesta sobre la igualdad.

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