_
_
_
_
Reportaje:

Accesos con barreras

Las asociaciones de discapacitados insisten en reclamar la aplicación de la normativa de accesibilidad en edificios y equipamientos públicos

"Nosotros no hablamos de discapacitados, sino de personas de movilidad reducida, y eso lo somos todos irremediablemente en algún momento de nuestra vida: cuando somos muy pequeños o muy mayores", explica Juan Carlos Sola, director de la Federación coordinadora de Personas con Discapacidad Física de Vizcaya (Fekoor), que cuenta con más de 6.000 socios. Calcula Sola que en Euskadi habrá unas 150.000 personas discapacitadas, con una proporción "de 3, 2 y 1" en Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, respectivamente. Cada provincia tiene su organización y todas juntas forman Elkartea, aunque la federación como tal no tiene sede. En Guipúzcoa trabaja Elkartu y en Álava, Eginaren Eginez.

"Las ciudades", prosigue el director de Fekoo, "no se han planificado para esas etapas de la vida, aunque eso está cambiando y parece que las instituciones están entendiendo que la accesibilidad no es un problema de las personas discapacitadas sino de toda la ciudadanía". Sola insiste en que, por consiguiente, la demanda para que la ciudad y sus edificios sean accesibles no afecta exclusivamente al colectivo que representa, sino "a todos". Y pide que las actuaciones urbanísticas no se queden en meros retoques, lo que incidiría en la discriminación, sino que sean "significativas".

"Todo el mundo, en algún momento de su vida, ve reducida su movilidad: de pequeños y en la vejez"
"Lo más complicado es hacer completamente accesible un edificio histórico, pero se puede si hay voluntad"

Juan Carlos Sola (Bilbao, 1955) se desplaza en silla de ruedas desde que tenía 28 años. Un accidente de tráfico hizo que tenga ahora dos cumpleaños para celebrar, el de su nacimiento y el de ese día en el que no se mató con el coche, "el 23 de marzo de 1984". Una lesión medular le dejó parapléjico. "Después del accidente no le veía sentido a la vida. Hasta que no pasaron tres o cuatro años no volví a desear vivir otra vez", recuerda. Y fue gracias a la asociación, a la que se apuntó para "colaborar de verdad". Allí aprendió que, antes de educar a los demás para tratar con la discapacidad, uno tiene que "educarse a sí mismo". Entre otras cosas, sentir que tiene derecho a lo mismo que los demás, que no debe disculparse por exigir poder ir a ver una obra de teatro o a cenar a un restaurante, por ejemplo. A partir de ahí, la energía de Sola se volcó profesionalmente en Fekoor.

En mayo, del 24 al 26, se celebrará en el Palacio Euskalduna de Bilbao el primer Congreso sobre personas con discapacidad física, con la participación de expertos nacionales e internacionales. Sin embargo, Sola afirma que el Euskalduna es un edificio de los que se denominan "practicables", pero no accesibles. Entre las dificultades, señala las rampas de acceso, con inclinaciones poco adecuadas, y el que los escenarios (excepto uno al que recientemente han instalado un elevador) no sean utilizables por personas en silla de ruedas. "No podemos actuar como ponentes", dice. Para el congreso, tendrán que quitar "un montón" de butacas y colocar una rampa que les permita subir al escenario.

Otra de las demandas, más allá de la accesibilidad de edificios y ciudades, es la de "potenciar más la independencia y la vida activa" entre ese colectivo, apunta Sola. "Los modelos asistenciales no promueven personas activas", critica. Para eso son muy útiles las ayudas técnicas, pero muchas son aún "artículos de lujo". Sola reclama que la Administración financie estos aparatos necesarios para incrementar la movilidad de estas personas. Y se pone a sí mismo como ejemplo: "Yo no sería independiente si no fuera por esta silla de ruedas muy ligera que me permite entrar en el coche y salir sin ayuda". Pero la mayor parte de lo que vale esa silla la ha tenido que costear de su bolsillo.

En realidad, las peticiones de los colectivos de discapacitados ya están reflejadas en los distintos planes de accesibilidad que las administraciones han elaborado. "La norma está hecha, pero no está aplicada. Lo que reclamamos es que se cumpla la ley", subraya Sola. También, que ese criterio de accesibilidad "se incluya en los planes generales de forma transversal".

Norma Andrade, técnica del área de accesibilidad de la asociación guipuzcoana Elkartu, reconoce que en ese territorio "casi todos los ayuntamientos grandes" han hecho planes de accesibilidad. "Pero no se han puesto en marcha", dice. Los edificios de los ayuntamientos son los que más "suspenden" en un hipotético examen de accesibilidad en los tres territorios. La Ley vasca para la Promoción de la Accesibilidad, de 1997, establece que las asministraciones públicas garantizarán y promoverán la accesibilidad de los entornos urbanos, espacios públicos, edificios, transportes y sistemas de información, elaborando programas para su adaptación progresiva.

"Hay mucha reticencia a la normativa y a la ley", opina Andrade. "Para que se cumplan otras no hay tantos problemas, por ejemplo, contra incendios: si hay que poner una escalera de una anchura determinada para facilitar la evacuación, nadie la pone de la mitad. Pues con las normas de accesibilidad debería ser igual. Es algo que hay que cumplir y ya está", reclama.

No obstante, tanto Andrade como Sola destacan el gran cambio que se ha experimentado en diez o quince años. "En Guipúzcoa se ha notado que se ha hecho un esfuerzo grande. Desde Elkartu hemos peleado bastante y se nos ha escuchado. Pero aún queda mucho por hacer", afirma la técnica de accesibilidad.

Considera que en las nuevas edificaciones e infraestructuras urbanas se suelen cumplir las normas de accesibilidad. Para las asociaciones de discapacitados, lo más complicado es hacer accesible un edificio histórico, que suelen quedar, como mucho, practicables. "Pero se puede hacer totalmente accesible si hay voluntad", insiste Andrade.

La lista de impedimientos para que las personas con movilidad reducida puedan acudir libremente a donde les plazca es larga. De eso saben también bastante quienes se enfrentan a la ciudad y a sus edificios con un carrito de bebé. "La accesibilidad", recuerda Sola, "es buena para todo el mundo".

Desde Fekoor se han interpuesto decenas de denuncias en los juzgados contra edificios y equipamientos públicos que no cumplen las normas de accesibilidad. Pero, aunque les den la razón, que es lo que suele suceder, al final se tiene que retirar esa denuncia. "¿Qué vamos a hacer, tirar el edificio o el puente?", se pregunta Sola.

[A finales de febrero, el pleno del Parlamento vasco aprobó por unanimidad una enmienda en la que se insta a todas las instituciones a que establezcan "los mecanismos oportunos" para garantizar "respuestas efectivas en materia de accesibilidad"].

Del Zubi-zuri al Palacio Villasuso

La Ley de Accesibilidad establece que las personas discapacitadas y de movilidad reducida deben poder acceder a los edificios y lugares públicos por sus propios medios y por el mismo lugar que el resto de los ciudadanos. Las tres asociaciones vascas de discapacitados unidas en Elkartea señalan varios edificios y lugares que les resultan inaccesibles, difícilmente accesibles, o en los que han de usar medios técnicos para llegar. Como dice Juan Carlos Sola: "Los medios técnicos son una ayuda, pero si se estropean y no funcionan, necesitamos poder salir por nosotros mismos, como todo el mundo".

- Bilbao. Paseo de Abandoibarra. Desde el puente de Deusto hasta el del Ayuntamiento se ha construido una barrera arquitectónica infranqueable.

-Museo Guggenheim. Entrada principal, inaccesible para las personas con movilidad reducida. Su acceso es por una puerta especial y luego un ascensor. Si éste no funciona, el museo deja de ser accesible para todas sus plantas. Estos accesos, además, son los mismos para el parque, por lo que la zona queda vedada para las personas con movilidad reducida.

-Pasarela Zubi-zuri. La rampa tiene tramos de más de 30 metros sin rellanos de descanso y una pendiente superior a lo permitido (6 % y 8%). El firme patina. Es intransitable en sillas de ruedas o con muletas.

-Pasarela del Padre Arrupe. Es inaccesible cuando el ascensor no funciona o está estropeado. La rampa no tiene descansillos.

-Palacio Euskalduna. La zona de butacas está unida por escaleras. Todos los estrados son inaccesibles.

-Puente de Deusto. Sólo se puede bajar a Abandoibarra en ascensor, que tiene un horario de funcionamiento.

-Jardines Bidarte, en Deusto. Se han instalado rampas recientemente que terminan en peldaños.

-Aeropuerto de Loiu. El único acceso a la terminal es con ascensor. El suelo suele ser deslizante.

-Palacio Foral de la Diputación vizcaína. La rampa de acceso metálica incumple la normativa en cuanto a desniveles.

-Estación de Renfe en Zabalburu. Las rampas para discapacitados terminan en peldaños.

-Ayuntamientos de Alonsotegi, Galdakao, Durango, Ondarroa, Basauri, Las Arenas. Inaccesibles.

-Puerto deportivo de Getxo. Los edificios se han instalado sobre una plataforma elevada, haciendo inaccesible toda la zona de restauración. En algunos de los locales se han instalado posteriormente rampas de acceso.

- San Sebastián. Museo San Telmo. Sólo es accesible la planta baja.

-Palacio Kursaal. Es practicable, no accesible.

-Ayuntamiento. No es accesible al completo.

-Koldo Mitxelena. Rampa lateral para discapacitados no normalizada.

-Arteleku. Practicable,pero no accesible.

-Oficinas de Hacienda de Oquendo, Sancho El Sabio y Secundino Esnaola. Sin accesibilidad.

-Local de Euskaltzaindia. Sin accesibilidad.

- Vitoria. Servicio vasco de empleo Egailan. Se encuentra en un primer piso y carece de ascensor.

-Oficinas del área de discapacidad de la Diputación foral. Para accionar la plataforma de acceso se precisa ayuda y el ascensor es pequeño.

-Palacio Villasuso. Dispone de rampa movible, pero no está siempre instalada. Peldaño en la entrada.

-Ayuntamiento. Algunas dependencias.

-UPV. En la Facultad de Filología, al pabellón anexo sólo se puede entrar por el sótano.

-Casa Etxanobe (ubicación de los servicios municipales de Igualdad). Escalón en la entrada, puerta muy pesada y carece de ascensor.

-Oficina del DNI. Rampa inclinada en exceso y plataforma que no aguanta el peso de todas las sillas de ruedas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_