Doce flores para el 11-M
Sofía Gandarias, pintora, nació en Gernika, en medio del silencio que guardó la memoria de las víctimas del bombardeo que sufrió allí en la guerra la población civil. Ella recuerda de la posguerra ese silencio con el que se ocultó el drama y la pavorosa expresión de los niños en la escuela, cuando les pegaban por hablar en euskera. Con esos recuerdos en su mente, pintó un mural que Gernika atesora ahora como un homenaje a aquellas víctimas del pasado. Ahora ha querido sumarse a los homenajes que reciben las víctimas de otra tragedia, la que sufrieron 192 personas que viajaban en los trenes de cercanías de Madrid. La muestra está abierta desde el último martes en el centro Paco Rabal de Vallecas. Se titula El llanto de las flores y nació la mañana de la masacre.
Pregunta. ¿Cómo nacieron estos cuadros?
Respuesta. Estaba oyendo la radio la mañana del 11 de marzo de 2004; me quedé anonadada; el recuerdo de Gernika vino en seguida a mi mente, me fui al estudio, y allí me enfrenté a las flores que ya estaba pintando. Y de pronto, aquellos azules que yo había captado en la casa de Frida Kahlo, en México, se fueron tornando violetas, luto. Entró en los cuadros la tragedia que estábamos viviendo, y así nació lo que ahora es una exposición que he querido traer a 150 metros de donde ocurrió.
P. No es la primera de este tipo que usted hace.
R. He hecho otras, sí, siempre con Gernika como punto de referencia para mi memoria. Hice homenajes a la tragedia de Sarajevo, a los asesinados de Timor, he hecho un homenaje a Primo Levi...
P. Siempre con flores...
R. Siempre están las flores presentes. Las flores aman, sufren, se duelen, y pueden contar una historia. De hecho, así nacieron estas exposiciones y estos cuadros, aliando el dolor a la memoria, haciendo que el llanto de las flores representara también mi propio grito. Era un deber traer aquí esta exposición. Son 12 cuadros, pero no en todos los cuadros hay flores.
P. Se apoya en poetas.
R. Sí, he ido buscando los poemas... Hay un texto, que va en el catálogo, de Federico Mayor Zaragoza, que reclama que no se olvide a las víctimas del terror, y yo estoy a favor de igual reclamación. El mundo no puede continuar así.
P. Y el origen de todo es su propia memoria de la infancia.
R. Yo nací en una ciudad que fue bombardeada y masacrada; crecí con el silencio en torno a esa tragedia y, cuando pude, empecé a contarla en los cuadros. Los escritores escriben, los pintores inscribimos. Gernika es un referente, un grito contra algo que no debió ocurrir, algo que no debería ocurrir nunca jamás.
P. Pues ocurre a cada rato.
R. En esta exposición muestro un cuadro que lleva aparejado un poema de José Saramago, "Digo piedra, digo tiempo: una mano que intenta detener el tiempo". El cuadro no consigue detener el tiempo, pero apoya la idea de que hay al menos que salvaguardar la esperanza. Las tragedias ocurren, y ya ocurren demasiadas; creo que es un pecado ir contra la esperanza, y lo que alienta en estos cuadros es una rebeldía a favor de la esperanza.
P. ¿Qué le da la poesía a estos cuadros?
R. La poesía me da inspiración, y esperanza. Hay un poema bellísimo de Luis García Montero, Soneto herido, otro de Pablo Neruda, El fuego cruel ("No hay olvidos, señores y señoras, y por mi boca herida aquellas bocas seguirán contando")... que me inspiran para dar mi propio testimonio... Lo que pinto es mi testimonio, como decía Teresa de Calcuta, "ésta es mi gota". Quiero ser testigo de mi tiempo, de todo aquello que no debería haber pasado.
P. ¿Y ése es su lema, paz y perdón?
R. Exactamente. Y que no debemos permitir que se peque contra la esperanza.
[El 10 de marzo habrá un acto en el Centro Paco Rabal en torno a la exposición de Sofía Gandarias, con José Saramago, Federico Mayor Zaragoza, Sami Naïr y El Lebrijano. La exposición se clausura el 27 de marzo. Habrá talleres promovidos por la Fundación Yehudi Menuhin].
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