Collserola: un pulmón con enfisema
La excesiva presión urbanística y la ubicación de infraestructuras ahogan el futuro parque natural
Ni un jardín, ni un Central Park, ni un parque de la Ciutadella multiplicado por cien. Y mucho menos un espacio devorado por la especulación inmobiliaria. La plataforma por la defensa del parque de Collserola, que agrupa a más de 20 entidades ecologistas y asociaciones vecinales, pretende curar el enfisema que desde hace años sufre el principal pulmón de la conurbación de Barcelona. La sierra, a estas alturas ya muy mermada, pasa por un momento decisivo para su supervivencia. La Generalitat prevé declararla parque natural el próximo mes de septiembre, una medida que lo blindaría frente al acoso urbanístico. Al tiempo, los planes de infraestructuras del Gobierno catalán aún no descartan que nuevas carreteras y líneas de ferrocarril atraviesen el parque.
Los usos del parque se rigen por un plan aprobado en 1976, en pleno desarrollismo
Ante la escasez de suelo, los municipios se vieron tentados a ocupar los espacios aún vírgenes
Las cifras del parque de Collserola son, a primera vista, espectaculares: más de 8.000 hectáreas, repartidas entre nueve municipios que concentran a casi dos millones de personas. "Ninguna otra metrópolis europea cuenta con una reserva natural tan grande y tan cercana", se enorgullece el vicepresidente ejecutivo del consorcio del parque y alcalde de Sant Just Desvern, Josep Perpinyà. En las últimas décadas, estas localidades -con Barcelona a la cabeza- han crecido como la espuma. Y ante la escasez de suelo urbanizable, han tenido la tentación de mordisquear un espacio que era relativamente virgen.
En Collserola hay fauna y flora en abundancia, pero la actividad humana está muy presente. Y sus consecuencias, no siempre son deseables. Durante el siglo pasado se erigieron núcleos urbanos dispersos en el interior del parque. Al principio eran casas de veraneo para acoger a barceloneses en busca del fresco. Más tarde, se convirtieron en zonas residenciales. Según un estudio elaborado por el propio patronato del parque a finales de la década de 1980, estas áreas ya consolidadas provocan erosión, disminuyen los recursos naturales y alteran el ciclo hidrológico del parque. Además, el 70% del terreno que ocupa el parque es de titularidad privada, lo que, según un estudio de la Universidad Autónoma (UAB), acelera su deterioro.
La Administración -el Gobierno catalán, el Ayuntamiento de Barcelona y los de los otros municipios de la sierra- llevan años proclamando su voluntad de preservar Collserola. Sin embargo, en el parque se siguen levantando edificios. Y a un ritmo frenético, según denuncian los vecinos y reconoce la concejal del distrito de Sarrià-Sant Gervasi, Kati Carreras-Moisy: "En la zona de Les Planes y Vallvidrera [Vallès Occidental] estamos dando más licencias de construcción que nunca". En estas operaciones inmobiliarias no hay nada ilegal. Como tampoco lo hay en las decenas de bloques de pisos empotrados en la parte de la montaña que mira a Barcelona, por encima de la Ronda de Dalt. Las asociaciones de ecologistas denuncian la "degradación" de esta zona. Pero de momento no se ha actuado con contundencia para evitarla. Parte del problema radica en que los usos del suelo y las actividades urbanísticas que se pueden realizar en el parque de Collserola están regulados por el vetusto Plan General Metropolitano (PGM), de 1976. Este plan, redactado en el punto culminante del desarrollismo tardofranquista y de la presión edificatoria, es bastante laxo en la protección del entorno natural.
Así, el PGM establece una serie de zonas "seminaturales", que de hecho ocupan la mitad de la extensión total. El documento considera que éstas son áreas "de transición" entre la zona forestal (protegida) y la urbana. Y por tanto, abre la puerta a "una mayor intensidad de uso". Lo mismo ocurre con el "suelo agrario". El PGM lo considera "secundario" y aboga por su "transformación en suelo urbanizable o de reserva de equipamientos". En la práctica, se ha traducido en más pisos.
La plataforma en favor de Collserola denuncia también el asedio a la que están sometidas las fronteras del parque. Temen que los proyectos urbanísticos en marcha, unidos a las numerosas carreteras y líneas de ferrocarril que bordean y entrecruzan el parque, lo aíslen definitivamente del resto de sistemas naturales. La más polémica de estas actuaciones ha sido el denominado plan Caufec, que los ecologistas llevaron a los tribunales. Se trata de un proyecto en el que se construirán 709 viviendas, un centro comercial, un edificio de oficinas y un hotel en el barrio de Finestrelles, en Esplugues de Llobregat.
Justo al otro lado de la montaña, en Cerdanyola del Vallès, el consistorio ha optado por impulsar el Centro Direccional, un nuevo ensanche que se ubicará entre este municipio y Sant Cugat. Allí se edificará la ampliación del Parque Tecnológico del Vallès, con un flamante sincrotrón. Y 3.300 viviendas. Eso sí, se ha conseguido reducir las dimensiones del plan original, que incluía construir más de 5.000 pisos. Y se han destinado 163 hectáreas a un corredor verde de 100 metros de ancho que debería enlazar Collserola con el parque natural de Sant Llorenç de Munt.
Otros municipios, en cambio, aseguran que hacen lo posible por contener el crecimiento. Tal ha sido el caso de Sant Just Desvern. El Ayuntamiento acordó una permuta de terrenos con unos propietarios que pretendían construir 1.200 viviendas en la zona forestal de la Vall de Sant Just. "Estaban en su derecho, porque el PGM permite construir. El único modo era llegar a un pacto", subraya Perpinyà.
Molins de Rei ha tomado una decisión aún más contundente: "No queremos crecer más", sostiene la concejal de Urbanismo, Carme Puig. De hecho, Molins sólo podría crecer a costa de la sierra de Collserola, que absorbe el 70% del término municipal. Mientras, el Ayuntamiento de Cerdanyola del Vallès se opone con contundencia a la posible ubicación de un campo de golf dentro del parque. En Sant Cugat, la Generalitat ha paralizado la urbanización de viviendas de lujo en Can Busquets, también en el mismo parque.
El Plan de Infraestructuras de la Generalitat (2006-2026) prevé la construcción del túnel de Horta y la vía de cornisa. El Gobierno catalán asegura que estas dos carreteras, que atravesarían el parque de Collserola, finalmente no se ejecutarán. Aun así, ya hay mil y una infraestructuras viarias y ferroviarias que rodean y entrecortan la sierra. A éstas se sumarán nuevos proyectos que cercarán todavía más el parque.
¿Está Collserola completamente desvalida? El parque está integrado en el Plan de Espacios de Interés Natural (PEIN), de 1992, que le da una protección mínima ante posibles agresiones. La intención es transformar esta denominación en otra con mayores garantías: la de parque natural. El catedrático de Ecología de la UAB Ferran Rodà lo tiene claro: "Collserola no puede ser un gran parque urbano como el Central Park de Manhattan. Tiene que ser un parque natural. Y no es necesario que todos los lugares sean accesibles a la gente".
Eva Mas, miembro de la Plataforma Cívica en Defensa de Collserola, denuncia la lentitud del proceso: "Se va a paso de tortuga, y entretanto van colando infraestructuras. Al final, el plan se va a aprobar demasiado condicionado". Pero el director general de Medio Natural de la Generalitat, Ramon Luque, replica que no hay "ninguna voluntad política" de retrasar la declaración de Collserola como parque natural. De hecho, sostiene que podría producirse "hacia el mes de septiembre".
Luque cree, además, que Collserola será parque natural antes de que el Departamento de Política Territorial despliegue las infraestructuras que tiene programadas. El Plan de Infraestructuras 2006-2026, presentado hace unos meses por el Gobierno catalán, aún prevé dos proyectos que han irritado sobremanera a vecinos y ecologistas. Uno, la vía de cornisa, una carretera entre Molins de Rei y Montcada i Reixac que atravesaría el parque. El otro, el túnel de Horta, un nuevo acceso a Barcelona desde el Vallès.
Pese a que ambos proyectos aparecen en un documento oficial, el secretario de movilidad de la Generalitat, Manel Nadal, asegura que la vía de cornisa es un "disparate" y que nadie apuesta ya por su ejecución. En cuanto al túnel de Horta, en principio viario, Nadal cree que se podría sustituir por otro ferroviario. "Estamos dispuestos a suprimir las infraestructuras que generen más animadversión si encontramos alternativas", asegura. El plan también prevé una nueva línea de tren, que enlazaría la estación de Avinguda Tibidabo de Ferrocarrils de la Generalitat con el Vallès.
Aun en el caso de que ninguno de estos proyectos se materialice, Collserola ya está cercada por numerosas infraestructuras y líneas eléctricas que parten por la mitad el parque, como los túneles de Vallvidrera, carreteras secundarias o el metro del Vallès, la línea de los FGC que une Barcelona con Sabadell y Terrassa.
El equilibrio de intereses es frágil. Mientras que Luque, del Departamento de Medio Ambiente, dice que habrá que ver qué contradicciones surgen con los planes de infraestructuras, Nadal, de Política Territorial, cree que el diseño definitivo de los proyectos dependen del nuevo Plan General Metropolitano. El primer borrador del documento, que sustituirá al vigente desde 1976, podría estar listo en junio. "La postura del consorcio del parque de Collserola es clara: no queremos que pasen más carreteras por el parque", asegura Josep Perpinyà.
Mientras los políticos dirimen estas cuestiones, Collserola tiene cada día más dificultades para respirar. El enfisema que obstruye sus pulmones es una enfermedad crónica. Pero los expertos aseguran que hay formas de controlar el daño.
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