Mujeres de pelo, mujeres de pecho
El gran atractivo de The closer, la nueva serie policiaca americana estrenada en Cuatro, es su protagonista, Kyra Sedgwick, una mujer poco atractiva que interpreta poderosamente a Brenda, la inspectora áspera, perspicaz y revolucionaria en sus métodos de investigación. Cuando un subordinado se le queja de que las órdenes recibidas putearán a sus hombres, Brenda responde: "Si quisiera que me llamasen puta a la cara, seguiría casada". El jueves vimos dos episodios, y en el primero, el mejor, la vida privada y el aparato policial se mezclaban en una trama enrevesada pero apasionante que transgredía los géneros: el asesino era transexual, y el afeitado, el corte y el arreglo del pelo constituían un motivo esencial de la trama. Cuando a la propia Brenda le cambiaba el peinado una peluquera sospechosa, la desastrada inspectora estaba guapa (con un parecido a Antonia Sanjuán), y los hombres de su departamento ya no sólo la temían.
Otras mujeres recias: las entrevistadas en 'Territorio íntimo', el interesante Documentos TV sobre los nuevos roles sexuales y sociales que TVE-1 volvió a emitir esa noche. Hablaban sin trabas del placer, del orgasmo femenino, del miedo de los hombres a la hembra fuerte ("cuando te encuentras a una de ellas, estás cagao", dijo con cierta laxitud el actor Pepe Rubianes). La más clara de todas, Ana, una chica emparejada con un argentino que le saca 15 años, reveló ante la cámara lo que le ponía de su novio: su buen culo y sus piernas. Dan gusto las mujeres sin pelos en la lengua.
Ayer, encarnizado debate en El programa de Ana Rosa (Tele 5) en torno a Yola Berrocal, que se ha implantado las mayores tetas de España. Seis periodistas lobas de ambos géneros trataron de despellejar a Yola, que sólo reivindicaba su derecho humano a ser megazorra (según los términos del cine de Russ Meyer, rey de los grandes volúmenes). Yola ignora los centímetros cúbicos exactos que lleva en sus pechos, pero disertó sobre un problema mamario que tenía antes de operarse, llamado "doble bolsillo". Ahora sólo queda que venga Guinness y lo vea.
