_
_
_
_
Reportaje:

Un 'tipo duro' manda en Chechenia

Ramzán Kadírov, de 29 años, hijo del presidente prorruso asesinado por la guerrilla en 2004, favorece la poligamia y condena la homosexualidad

Pilar Bonet

La paz en Chechenia depende en gran medida de Ramzán Kadírov, un musulmán impulsivo que lo mismo expulsa a una organización humanitaria por el hecho de ser danesa que ayuda generosamente a una paisana enferma de leucemia. Hijo de Ajmad Kadírov, el líder promoscovita asesinado en 2004, Ramzán es el jefe del Gobierno en funciones de la república desde que el titular de este cargo, un ruso, sufrió un accidente de coche.

En octubre, cuando cumpla 30 años, podrá aspirar a la presidencia de Chechenia, pero ya hoy es el hombre fuerte del territorio dirigido por Alú Aljánov, una figura considerada interina. Ramzán favorece la poligamia, condena la homosexualidad y recomienda a las mujeres vestirse con recato y cubrirse la cabeza con un pañuelo. El joven Kadírov, que controla las fuerzas de seguridad locales, es objeto de temor y adulación e incluso de un incipiente culto a la personalidad. Para Moscú, el personaje es de gran valor hoy para la captura de guerrilleros en las montañas, pero supone un elemento de incertidumbre para el futuro.

Kadírov controla las fuerzas de seguridad locales y es objeto de temor y adulación

El domingo pasado, en su último viaje a Chechenia antes de dejar el cargo que estrenó en 1999, el Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Álvaro Gil-Robles, comprobó quién manda en Grozni. Tras el escándalo de las caricaturas danesas, Kadírov se solidarizó con sus correligionarios y obligó a marcharse de Chechenia al Consejo Danés para los Refugiados, una institución humanitaria que realizaba programas de ayuda de la Unión Europea.

Los esfuerzos de los políticos rusos para convencer al díscolo checheno de que permitiera el retorno de los daneses habían sido inútiles, pero las leyes del Caúcaso, que obligan al respeto de los mayores, triunfaron allí donde había fallado la subordinación administrativa del Estado. Gil-Robles invocó su "amistad" con Ajmad Kadírov ante su hijo y éste dio luz verde al retorno de los daneses. Ramzán explicó que no había cambiado de opinión, pero que no podía negar el favor a "un amigo de su padre". Por la noche, dijo, se reuniría con las fuerzas del orden para garantizar la seguridad de los daneses y éstos podían reanudar su trabajo "mañana o pasado mañana [por lunes o martes]".

Kadírov no recibió respuesta a su petición de que los países occidentales extraditen a los chechenos que él considera implicados en secuestros y asesinatos, incluido el oligarca ruso Borís Berezovski, exiliado en Londres. Las organizaciones de derechos humanos acusan a Kadírov y a sus hombres de estar implicados en los secuestros que se siguen produciendo.

Oficialmente, la cifra de desapariciones en Chechenia se ha reducido desde 214 en 2004 a 77 en 2005, tras haber llegado a más de 1.400 en 2001-2002. Ramzán negó tener cárceles secretas, pero admitió que sus hombres podrían haber estado fuera de control y haber cometido excesos. La fiscalía ha emprendido investigaciones en las que el checheno asegura colaborar. A la pregunta de cuántas personas tiene bajo su mando, Kadírov dijo que se le someten "todos" los que están en Chechenia.

Los responsables rusos indican que, cuando la seguridad lo permita, desearían ver a un Kadírov domesticado y sin mando sobre gente armada. Hoy por hoy, sin embargo, el valor y el poder del checheno viene precisamente de ese mando. Ramzán lo sabe, y, como su padre, un antiguo muftí que se pasó a los federales tras luchar contra los independentistas, argumenta que las tropas rusas deberían permanecer en los cuarteles y dejar el mantenimiento de la seguridad a los chechenos. Los rusos, sin embargo, preferirían que las estructuras armadas locales se disolvieran en las organizaciones estatales.

Kadírov dijo haber llegado a Grozni para entrevistarse con Gil-Robles, procedente de una expedición de búsqueda de guerrilleros en las montañas. Con todo, aseguraba que la operación antiterrorista "ha concluido" y que "sólo hay que formalizar" esta circunstancia. Tanto si hay guerrilleros en las montañas como si no, el independentismo como estado de ánimo no ha muerto en Chechenia. Un antiguo allegado del general Dzhojar Dudáiev afirmaba que el diálogo con los independentistas es el único camino para la paz. "Si a Rusia se le ocurre reconocer como independiente a Osetia del Sur [en Georgia], que tiene menos motivo que nosotros para serlo, nuestras posiciones se reforzarán", subrayaba.

Inquebrantable y convencido se mostraba también Vagit Mujáchev, con el que conversó el comisario Gil-Robles en el penal de Chernokósov. Condenado a 15 años de cárcel, Mujáchev, que estaba con Aslán Masjádov el día que mataron a éste, aseguró que los líderes del independentismo checheno habían sido atrapados cuando se reunían a buscar una estrategia para negociar la paz.

Ramzán Kadírov, en el centro, observa a Álvaro Gil-Robles el domingo en Grozni.
Ramzán Kadírov, en el centro, observa a Álvaro Gil-Robles el domingo en Grozni.P. B.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_