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Columna
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Largo enredo socialista

Blas Bernal ya no es portavoz del grupo municipal socialista de Alicante, aunque no se sabe muy bien si ha sido destituido o relevado o cesado del cargo o ha presentado su renuncia, presionado desde diversos frentes de su propia organización. En todo caso puede tratarse de una ambigüedad calculada, aunque irrelevante. La noticia es que Blas Bernal, después de muchas contrariedades, ya no está al frente de la oposición en el Ayuntamiento, y que queda descabalgado tanto de sus pretensiones a la secretaría general del PSPV alicantino, cuanto de la presentación de su candidatura a la alcaldía de la ciudad. Esta última semana vertiginosa, ha dado un vuelco ostensible por lo que se refiere a la actitud de los ediles socialistas con respecto al plan Rabassa: si en abril de 2005 los 12 componentes del grupo dijeron sí al proyecto presentado y defendido por el alcalde Díaz Alperi y los concejales del PP, cuando llegue el pleno donde se sustancien las alegaciones presentadas por los propios socialistas, se supone que los 12 dirán no. El cronista mantiene que ese no obedece, en algunos casos, a imperativos disciplinarios, y, en otros, a convicciones que en su momento se silenciaron -no sabe muy bien por qué- y que ahora se manifiestan en toda plenitud, al amparo de la dirección del partido, y fortalecidas además por los avisos y argumentos de sectores ciudadanos, que se expresaron abiertamente en contra de una desmesura urbanística, al margen de un PGOU, en proceso de redacción. En 10 meses, se ha pasado de una a otra unanimidad, y si tales unanimidades han resuelto la crisis, la paradoja es su acta de extravagancias. La paradoja, o una de las paradojas que se han dado en este largo enredo del socialismo local: Blas Bernal defiende la autonomía municipal, frente al aparato de su organización. Cuando después de un intenso trabajo de análisis y debate de la gestora provisional del PSPV, en Alicante, que preside Antonio García Miralles, con sus concejales, estos se reúnen y por 8 votos eligen al edil Manuel de Barros como nuevo portavoz. Bernal, Blas Bernal, en una hábil jugada, se les anticipa y presenta su renuncia a la gestora, antes de aceptar la decisión de sus compañeros de grupo en el Ayuntamiento, ¿dónde, pues, el respeto a la autonomía municipal a la que tanto apeló? Por supuesto, la dirección provisional de su partido le tomó la palabra y dio por zanjado el conflicto, que tenía en ascuas a la militancia y a muchos posibles votantes del PSPV. Votantes que, en parte, no se muestran muy satisfechos con el procedimiento seguido, y que dan síntomas de desencanto, frente a la confusión que se ha originado, en estos últimos meses.

Pero también por unanimidad -ay, ay, ay, cuidadito con eso de las unanimidades-, el senador García Miralles manifestó que "la gestora había destituido a Bernal". Por otro lado, García Miralles y la propia dirección nacional del PSPV- PSOE no vieron con buenos ojos la iniciativa de los 8 concejales, que se habían pronunciado por Manuel de Barros y Domingo Martín, como portavoz y adjunto, respectivamente, en sustitución de Blas Bernal y Luis Almarcha. Y Joan Ignasi Pla, muy pendiente del asunto, aunque manteniendo las distancias, comentó que aquello era como echar leña al fuego. Finalmente, se celebró una nueva reunión del grupo a la que ya asistieron los 12 ediles -qué de persuasiones y recomendaciones de por medio-, y los doce confiaron la portavocía del grupo a De Barros, y así se registró, firmado por todos y cada uno, y por Bernal el primero. La dirección supo bandeárselas y salir de tan mal trago airosamente. En su visita a Alicante, Pla tuvo palabras de elogio para Blas Bernal, en tanto hombre de partido, y expresó su satisfacción por cómo se había resuelto el problema: ahora, vino a decir, ya hay una alternativa sin fisuras, frente al desastre que ofrece al PP. Todos contentos o aparentándolo: aquí no ha ocurrido nada. El nuevo portavoz socialista aseguró que no iban a permitir ninguna ilegalidad urbanística a Alperi. Ya era hora. Pero qué trabajo les espera. El plan del PP para el centro tradicional es de juzgado de guardia. A por ellos.

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