Una nueva lente que imita el cristalino evita usar gafas tras una operación de cataratas
La posibilidad de desterrar las gafas después de pasar por el quirófano por una operación de cataratas está cada vez más cerca. El servicio de oftalmología del hospital La Fe de Valencia ha realizado un ensayo clínico en el que ha implantado unas lentes intraoculares autoenfocables que imitan el comportamiento del cristalino. Y los resultados, después de nueve meses, han permitido a los más jóvenes (en torno a los 40 años) dejar las gafas y al resto reducir notablemente las dioptrías, según explica Rafael Martínez-Costa, codirector del trabajo de investigación, junto con José Luis Menezo, jefe del servicio.
Las cataratas no son más que un cristalino que ha perdido la transparencia, generalmente por el paso de los años, y que ha de ser reemplazado si presenta un elevado grado de opacidad. Para devolver una visión en condiciones, la intervención convencional consiste en sacar esta lente natural de la cápsula que la envuelve y sustituirla por una artificial monofocal. El problema es que la nueva lente no tiene capacidad de adaptar la visión a distintas distancias, es decir, es fija y sólo enfoca de cerca o de lejos, según la que se implante. Por eso, generalmente tras la operación los pacientes necesitan gafas de unas tres dioptrías para ver de cerca.
Al recibir la presión del músculo, la lente se desplaza y cambia la distancia focal
Existen otras opciones, como unas lentes multifocales que imitan en cierta forma el funcionamiento de las gafas progresivas, aunque no han dado buen resultado ya que "muchos de los pacientes no llegan nunca a acostumbrarse", como apunta Martínez-Costa. También se han probado otros sistemas de lentes autoenfocables (acomodativas en la jerga sanitaria), algunas mediante un juego de dos lentes "pero pueden crear problemas de opacidades, o no funcionan del todo, y no acaban de consolidarse", señala el oftalmólogo.
La lente de última generación que han usado en el hospital La Fe permite recobrar buena parte de las funciones del cristalino. En condiciones normales, esta pequeña lente natural situada detrás del iris es transparente e incolora y tiene la función de enfocar los rayos de luz sobre la parte posterior del globo ocular (la retina). El cristalino está suspendido en el ojo gracias a unas fibras que están unidas a unos músculos (el músculo ciliar) que cambian su forma. Al mirar de cerca, los músculos presionan, el cristalino se hace más grueso y permite enfocar a distancias cortas, y lo contrario pasa al mirar de lejos.
La lente C-Well desarrollada por una firma israelí, de silicona médica, tiene unos soportes laterales en los bordes que al recibir la presión del músculo ciliar empujan el disco hacia la parte exterior del ojo, lo que permite que se desplace, cambie la distancia focal y se ajuste la visión a la distancia requerida. El ensayo inicial ha reducido la graduación en los pacientes hasta dejarla, en el mejor de los casos, en 0,5 dioptrías, lo que evita el uso de gafas y en la población mayor en torno a 1,5 dioptrías, frente a las tres que suele quedar en estas operaciones.
En breve, el servicio de oftalmología del hospital comenzará un nuevo ensayo clínico con un prototipo mejorado para el que ya se han seleccionado 30 personas. Tras obtener el visto bueno de las autoridades autonómicas y el comité de ética del hospital La Fe, está pendiente el permiso de la Agencia Española del Medicamento.
En esta nueva versión, la mejora que se persigue, además de tratar de buscar otros polímeros más biocompatibles que sustituyan la silicona, es conseguir un mayor desplazamiento de la lente. Con ello se pretende alcanzar un mayor rango de enfoque en distancias cortas que evite totalmente el empleo de gafas en todas las personas intervenidas.
El hospital La Fe de Valencia es junto con otros tres de Israel, Grecia y el Reino Unido, el único centro español que ha participado en este ensayo, que ha sido supervisado por técnicos de las universidades de Tel-Aviv y Jerusalén, responsables del desarrollo de la lente.
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