"No estoy a gusto donde no me quieren"
Ronaldo aprovecha la víspera del duelo con el Arsenal para advertir a la afición del Madrid que, si no deja de pitarle, se irá
Ronaldo anunció ayer que se plantea dejar el Madrid después del Mundial de Alemania. El astro brasileño, de 29 años, empleó todo su carisma para expresar que se siente "triste" porque la afición no lo apoya. Los pitos que escuchó de un sector del público durante el partido contra el Alavés del pasado sábado le proporcionaron una justificación para explicar algo que piensa desde que llegó al Madrid procedente del Inter: "En el Bernabéu nunca me he sentido en casa. La gente nunca me llegó a coger cariño y yo nunca estoy a gusto donde la gente no me quiere".
"Ahora pienso en ganar la Liga y la Copa de Europa", prosiguió; "al final de la temporada, haré balance y decidiré mi futuro. Cuando lo haga, el trato del Bernabéu será un factor muy importante. Y quiero dejar claro que, con todo el esfuerzo que he hecho para venir a este club, una gran parte no lo entiende y me trata de esta manera".
En la historia del Madrid no se registra una declaración más clara y desafiante de un jugador. Fue un ultimátum al público lanzado con premeditación y serenidad. Que Ronaldo lo hiciera en la víspera de recibir al Arsenal en la Champions da idea de la consideración que tiene de sí mismo. Lo hizo justo cuando el vestuario y la hinchada comienzan a comulgar por primera vez en años.
Los cuarenta periodistas reunidos en la sala de prensa del Bernabéu experimentaron un brote de melancolía contagiosa. Se hizo un silencio incómodo de cuerpos apretados que contenían el aliento, sólo roto por el crujido nervioso de los dedos al apretar los disparadores de las cámaras. De pronto, la eliminatoria contra el Arsenal se convirtió en un acontecimiento casi insignificante ante el magnetismo del muchacho de cabeza prehistórica y ojos húmedos.
"Quiero aclarar que cuando salgo a la calle los aficionados me tratan fenomenal", matizó el brasileño; "por eso no entiendo al Bernabéu. Me gustaría saber los motivos por los que la gente no me quiere. He hablado con mil personas y, sinceramente, no lo entiendo. Quisiera saberlo para poder cambiar porque éste es el mejor club del mundo y me siento muy feliz en la ciudad. Sólo quiero que el Bernabéu me dé su apoyo. Lo necesita el equipo".
Ronaldo presenció el sábado dos detalles que vienen taladrando su ánimo. Por un lado, una parte del público lo silbó por estimar que jugó con displicencia. Por otra, todo el estadio cantó su adoración a Raúl, que volvió después de tres meses de baja. Los caminos de Ronaldo y Raúl nunca coincidieron. La noche que el brasileño exhibió su Balón de Oro y el Fifa World Player en un homenaje celebrado ad hoc con un partido del Madrid contra las estrellas de la FIFA, el 19 de diciembre de 2002, el tendido no sólo se mostró tibio hacia él cuando salió a mitad del campo a ofrecer sus trofeos. Lo que más le dolió fue la ovación que se llevó Raúl sin venir a cuento. Ronaldo la interpretó como un desprecio. En el descanso, se marchó a su casa. Se fue tan rápido, tan indignado, que se dejó el Balón de Oro en el estadio.
Después de Beckham, Ronaldo ha sido el futbolista más consentido por el presidente, Florentino Pérez. Desde noviembre, sin embargo, sospecha que el club no desplegó todo su poder para protegerlo frente a las informaciones que lo expusieron a la ira de la hinchada en el momento en que se recuperaba de una grave lesión.
"El presidente sabe desde hace tiempo de mi tristeza...", dijo, "y no ha cambiado nada". Hizo un silencio y prosiguió: "Ahora no voy a enjuiciar al club sobre si me protege o no lo suficiente. Cada uno debe hacer autocrítica. Espero tener su apoyo. Yo cada minuto que pasa hago autocrítica. Cada noche que pasa me pregunto en qué he fallado".
Ronaldo, que ha marcado 78 goles en 113 partidos de la Liga, es uno de los delanteros más eficaces de la historia del Madrid. Hasta hace unos meses el equipo se ha deshecho cada vez que no ha jugado y sigue siendo el hombre que más remata a puerta. Sin embargo, su relación con el público ha sido ambigua. La exigencia seca de los tribunos del Bernabéu premia más las exhibiciones de energía y disciplina que los espíritus libres. Puskas fue el último genio al que la grada exoneró del agotamiento. Se retiró en 1967, a los 40 años, luciendo una barriga que ya forma parte de la cosmogonía local. Puskas, como Raúl, es un mito madridista. Ronaldo, no."La afición del Madrid es bastante particular", insistió Ronaldo; "a veces se motiva por una remontada imposible y otras se pone nerviosa y nos pita porque han pasado 30 minutos y el partido de Liga sigue a cero. Necesitamos una afición que nos motive cada minuto". "Aquí han aplaudido a Ronaldinho, que es nuestro máximo rival", concluyó.
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