El Villarreal resurge sin Riquelme
Un flojo Espanyol sirve de bálsamo al cuadro castellonense, que consigue una cómoda goleada
Sin Riquelme, el Villarreal también sabe vencer. Ayer quedó demostrado, por mucho que los precedentes dijeran lo contrario. Sin el centrocampista argentino, el conjunto castellonense no había logrado la victoria en ocho encuentros. La dependencia del juego del Villarreal, que gira en torno a Riquelme; las dudas aparecidas por los últimos resultados, quedaron disipadas por el resultado vitamínico conseguido ante un pobre rival. El Espanyol, al igual que sucediera en la primera vuelta, resultó el bálsamo perfecto para el Villarreal.
Y eso que el comienzo del encuentro no dio pie a la sospecha de lo que finalmente sucedería. Pellegrini dio una nueva vuelta de tuerca buscando un sistema que se adaptara a los jugadores de su plantilla. El entrenador chileno quiso hacer del Villarreal un equipo invulnerable a partir de un centro del campo fuerte, con tres pivotes, Josico, Senna y Tacchinardi, con más luces para contener que para crear. Para esta última cuestión quedaba Roger, partiendo, al igual que lo hace habitualmente Riquelme, desde la posición de interior izquierdo.
VILLARREAL 4 - ESPANYOL 0
Villarreal: Viera; Javi Venta, Peña, Gonzalo Rodríguez, Arruabarrena; Josico, Tacchinardi (Héctor Font, m. 72), Senna, Roger (Calleja, m. 83); José Mari (Guayre, m. 74) y Forlán.
Espanyol: Gorka; Zabaleta, Lopo, Jarque, Armando Sá; Juanfran, (Pandiani, m. 46), Moisés, (Sergio Sánchez, m. 51), Costa (Miki, m. 62), Fredson; Luis García y Coro.
Goles: 1- 0. M. 24. José Mari recoge un disparo de Javi Venta y asiste a Tacchinardi. 2-0. M. 34. Senna engancha un rechace de la defensa. 3-0. M. 37. Forlán, a pase de José Mari. 4-0. M. 82. Héctor Font, de tiro raso.
Árbitro: Rubinos Pérez. Amonestó a José Mari, Moisés, Josico, Fredson, Coro, Jarque, Armando Sá y Arruabarrena.
Unos 18.000 espectadores en El Madrigal.
Sin embargo, Roger dista mucho de parecerse al internacional argentino por la poca frecuencia en la que se ofrece para dar una solución a sus compañeros y por el escaso protagonismo que asume. Eso sí, todas las jugadas de estrategia parten de su pie izquierdo. De él surgió, mediado el primer tiempo, el lanzamiento de una falta desde el vértice derecho de la portería defendida por Gorka, fatalmente ejecutado, pero que fue a parar a José Mari, que asistió a Tacchinardi para que éste marcara de cerca. A partir de ahí creció el Villarreal, con el italiano en plan capo y con José Mari de estilete.
El gol abrió otro panorama en un partido que se presumía rudo y obtuso. El Villarreal se encontraba enredado tácticamente, sin nadie que pusiera un mínimo de lucidez para suavizar la aspereza en la que se estaba convirtiendo el choque. Ayudó en mucho el rival, el Espanyol, con más dudas que el cuadro castellonense. El equipo de Lotina anda metido en demasiados fregados competitivos -Copa, Copa de la UEFA y Liga-, con mano de obra escasa y de baja cualificación. Si además no cuenta ni con De la Peña, el único de sus jugadores que ve pases donde no los hay, ni Tamudo, el receptor que aprovecha como nadie la visión de Lo Pelat, el equipo catalán reduce de manera ostensible sus prestaciones. Si al cansancio y a las ausencias suma una defensa de chiste, el resultado es totalemente negativo.
El gol suele tener un efecto dinamizador para el equipo que lo consigue y pernicioso para el que lo recibe. El Villarreal estaba jugando un fútbol infame ante un contrario rácano y escaso de luces. El acierto de Tacchinardi, poco dado a tales menesteres y que volvía después de su lesión, multiplicó las prestaciones del grupo de Pellegrini, que logró solventar el partido antes de finalizar el primer acto. Marcó Senna y también lo hizo, por fin, Forlán, nervioso por su escaso acierto rematador en la presente temporada. El marcador quedaba cerrado y lo que comenzó en un drama dantesco terminó en un espectáculo en el que el Espanyol ejerció de cómico protagonista.
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