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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Descubrir el arte dentro de sí

Con este ambiguo y sugestivo título, esta exposición, comisariada por el profesor y artista británico Jon Thompson, reúne un heteróclito conjunto de 147 obras, de 96 artistas del siglo XX, no sólo de procedencia y generaciones diferentes, sino entremezclando, por decirlo de alguna manera, profesionales consagrados y "aficionados". Entre los profesionales consagrados están figuras muy relevantes o fundamentales del arte contemporáneo, como Ensor, Rops, Schiele, Nolde, el Aduanero Rousseau, Klee, Picabia, Ernst, Masson, Miró, Man Ray, Bellmer, Mesens, Dubuffet, Fautrier, Guston, Tàpies, Paolozzi, Bourgeois, Samarras, Baselitz, Ian Breackwell, etcétera, junto a pintores naíf o, sobre todo, creadores con diversas dolencias psíquicas, algunos de los cuales han alcanzado cierta fama, como Adolf Wölfli o Louis Soutter, pero la mayoría poco o nada conocidos.

MUNDOS INTERIORES AL DESCUBIERTO

Fundación 'la Caixa'

Serrano, 60. Madrid

Hasta el 2 de abril

Más información
'Outsiders' hispanos

La justificación para juntar el

arte "cocido" o institucionalizado con otro "crudo" o sin "precocinado" social responde al hecho de que el revolucionario arte de nuestra época surgió aceptando como único fundamento la infundamentada libertad. Aproximadamente dos siglos y medio después de darse este salto en el vacío, no sólo el horizonte artístico se ha ensanchado de forma inabarcable, sino que no hay forma de definir objetivamente qué se ha de entender por arte, con lo que se comprende esa afirmación tan elástica de que arte es lo que llamamos arte o, como ahora se estila decir, que no hay más refrendo al respecto que el institucional. Ya la vanguardia histórica empezó a observar admirativamente y a aprovechar manifestaciones plásticas del pasado y del presente que nadie había considerado hasta ese momento como artísticas, pero con el dadaísmo y el surrealismo se borraron todos los límites de identificación a priori, apelándose a la mera intención del artista, cuando no legitimando la expresividad plástica de mentes infantiles, alienadas, dormidas o embriagadas; esto es: en estado de inconsciencia. La influencia de este laxo criterio explica la atención que hoy dedicamos a estas manifestaciones, ya sea con intención psicológica o como genuina expresión de espontaneidad creativa.

El objetivo de esta muestra es, no obstante, más radical y polémico, porque, haciendo suyos sin restricción estos presupuestos, rompe con toda clasificación académica y, sobre todo, con todo deslinde profesional, lo que implica centrar la atención sólo en las obras por sí mismas. Más: los promotores de la exposición afirman que, en buena ley, habría que rehacer por completo el relato histórico aceptado, dando cabida a la versátil obra de aficionados, sea cual sea su edad, condición, formación o estado, siempre que acredite un interés semejante al de los artistas consagrados. Sabiamente intercalados, la verdad es que el visitante no halla, en principio, ningún tipo de diferencia entre unos y otros, o sólo la discutible de que algunos nos pueden parecer mejores o más interesantes que otros. De esta manera, el encarnizado descubrimiento del mundo interior, constante y progresivamente activado por la subjetivación del arte moderno, nos deja, una vez más, en vilo, o, mejor, deja al arte sin la menor sujeción.

Profesionales o no, hay artistas en esta muestra, cuyas obras nos atraen, inquietan, fascinan, interesan o gustan más que otras, lo cual demuestra que hace falta más que la accidental adhesión de la actualidad o de nuestra época para certificar la calidad y duración de un artista. No hace falta, por tanto, recurrir al respecto al problema de la inclusión de amateurs o alineados para corroborar lo aleatorio del gusto histórico, porque muchos de los artistas que hoy consideramos genios no lo fueron en su época. En la presente muestra, por ejemplo, hay artistas, como el brasileño Arthur Bispo do Rosário (1909-1989), encerrado medio siglo en un hospital psiquiátrico, que podría haber sido seleccionado en cualquier documenta o bienal. Contemplar su obra y apreciar su valor indudable es una revelación, a la vez que un desafío muy excitante a nuestra frágil seguridad pedantesca. Aunque no todo raye a su misma altura, no es, en absoluto, el único caso entre lo ahora exhibido que nos produzca perplejidad. De todas formas, la mejor de todas las lecciones que cabe extraer de esta experiencia es que compromete hasta el fondo nuestra adocenada pasividad de espectadores, mostrándonos que el descubrimiento de nuestro mundo interior es el único camino para acceder al arte, consagrado o no.

Obra de Dusan Kusmic.
Obra de Dusan Kusmic.DUBLÍN, COLLECTION IRISH MUSEUM OF MODERN ART

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