Cinemanía Clásico inicia con 'El diablo dijo no' un ciclo dedicado al maestro de la comedia Ernst Lubitsch

Para Billy Wilder era un "genio". Woody Allen lo catalogó como "el mejor director de comedias sofisticadas". Para los dos, Joseph L. Mankiewicz, William Wyler y tantos otros, un maestro. Porque, como dijo John Ford, "ninguno de nosotros creía que lo que hacíamos fuera más que una efímera forma de entretenimiento. Sólo Ernst Lubitsch sabía que estábamos haciendo arte".

Cinemanía Clásico (dial 14 de Digital +) dedica, a partir de hoy y todos los lunes hasta mediados de mayo, un ciclo que contiene títulos representativos de Lubitsch, desde El diablo dijo no -con el que arranca el especial, esta noche a las 22.00- hasta Ser o no ser, pasando por musicales como Monte Carlo, La viuda alegre y Una hora contigo o dramas antibelicistas como Remordimiento. Una mujer para dos, La octava mujer de Barba Azul, Si yo tuviera un millón, Un ladrón en la alcoba, Ángel, La zarina, La dama de armiño, El pecado de Cluny Brown y El príncipe estudiante completan el homenaje destinado a honrar a Ernst Lubitsch (Berlín, 1892- Los Ángeles, 1947).

"En el mundo se está produciendo una revolución. ¿Dejará de existir la risa? ¿Desaparecerán la vida alegre y placentera, el ingenio y las réplicas jocosas, la divertida guerra entre hombre y mujer? ¿He de llorar por el mundo que se fue y ver cómo se me prohíbe recrearlo? Porque en ese caso no querría volver a hacer películas y no me importaría morir". Era julio de 1943, y Lubitsch -según cuenta su biografía Risas en el paraíso, de Scott Eyman (Editorial Plot)- no se resignaba, con el mundo desmoronándose alrededor y un corazón que empezaba a fallar.

Acompañando el ciclo, Cinemanía Clásico estrena el especial de producción propia ¿Cómo lo haría Lubitsch?, escrito por Tony Partearroyo. Los testimonios de directores como Billy Wilder, Lawrence Kasdan, Peter Bogdanovich o Fernando Trueba y de historiadores y críticos como Joe Adamson, Eric Smoodin o Michel Climent intentan explicar qué es eso del toque Lubitsch, ese estilo, ese sentido del humor y del gusto que tan bien supo convertir en su sello el realizador alemán.