Reflexiones
De verdad señor alcalde, nos haría un gran favor a los madrileños, utilizando ese impulso rebelde del que habló en el Loco de la Colina en otras acciones que no sean poner a Madrid patas arriba; si al mirar por la ventana lo que quiere es transformarlo todo, no mire por la ventana, póngase el despacho mirando a un patio de luces.
Respecto a que obras es igual a molestias y a críticas, desde luego; y esa M-30 yo creo que llega a ser delito tenerla así, no conlleva ninguna seguridad, y a mi sus transformaciones, pues me dan igual. Madrid, yo diría que es una ciudad triste, donde se encuentra mucha gente por la calle, los cajeros se los reparten para dormir y enfermos mentales en muchos casos cada vez más jóvenes. A mí no me gusta ver eso por Madrid.
De sus planteamientos metafísicos, de quiénes somos y adónde vamos, somos quienes podemos ser y vamos donde nos dejan.
Y por último, yo quiero gozar sin sufrir. Quizás no todos tengamos su espíritu de sacrificio. Se me olvidaba decir que los patos del Manzanares, a la altura del Vicente Calderón, no tienen ni caseta, también les llegaron las obras, y encima con vertidos.
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