Bono se niega a devolver el castillo de Montjuïc si no se cumplen sus condiciones
El Ayuntamiento prefiere esperar a acatar imposiciones como que ondee la bandera española
José Bono, ministro de Defensa, anunció ayer que no cederá a Barcelona el castillo de Montjuïc si no se le garantiza el cumplimiento de tres condiciones de las que una es la principal: que en el edificio ondee la bandera española. La promesa de restitución del recinto fue hecha por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el 10 de junio de 2004 en un mitin. En aquel momento no se habló de condición alguna. El Ayuntamiento de Barcelona reaccionó con contundencia: la ciudad ha estado años sin él y puede seguir esperando, pero no lo aceptará con imposiciones.
El Ministerio de Defensa no devolverá el castillo de Montjuïc al Ayuntamiento de Barcelona si no se cumplen tres condiciones: la presencia de un destacamento militar, el mantenimiento de una serie de antenas de comunicación militar y, sobre todo, que la bandera española ondee "siempre en ese lugar". "Mientras no estén garantizadas las tres condiciones, y sobre todo la última, no habrá cesión, lo diga quien lo diga". . Pero el ministro no quiso dar pie a la ambigüedad; por si no estaba suficientemente claro su mensaje, remató: "La bandera española debe ondear siempre en Montjuïc porque es territorio español, y nos parece que es razonable".
El calentón de Bono llegaba precedido de una incitación del portavoz del Gobierno catalán, Joaquim Nadal. Éste, aludiendo a unos comentarios de Bono sobre el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, recomendó al ministro que se dedicara a sus quehaceres y, por si alguien entendía mal el mensaje, lo precisó: entre las labores pendientes está la devolución a Barcelona del castillo de Montjuïc. La intervención de Bono era, pues, una dúplica a la réplica de Nadal.
En medio de la tormenta entre el Partit dels Socialistes (PSC) y una determinada forma de entender el PSOE, la que representa el ministro de Defensa, han quedado José Luis Rodríguez Zapatero y el Ayuntamiento de Barcelona.
Zapatero anunció el 10 de junio de 2004 en Barcelona que el castillo volvería a la ciudad. No se refirió a condición alguna para ello. Al contrario, en su discurso, trufado de citas alusivas al testamento del ex presidente Lluís Companys, habló de acabar con los agravios y devolver a la ciudad, con vocación de paz, lo que había sido durante décadas un "símbolo de la represión". Allí, recordó Zapatero, estuvo preso y fue ejecutado Companys, el único presidente europeo elegido democráticamente que corrió esta suerte a manos del fascismo.
Las condiciones expresadas ayer por Bono fueron rechazadas de plano por el portavoz del Ayuntamiento de Barcelona, Ferran Mascarell. En especial, también, la de la bandera. "Barcelona no ha plateado nunca asuntos de bandería, no vamos a hacerlo ahora, ni en un sentido ni en otro". Mascarell fue claro. Afirmó que la ciudad ya vio, en 1960, como el dictador Francisco Franco prometía el retorno del castillo, eso sí, con condiciones. Y añadió que en 2004, Zapatero, ya presidente del Gobierno, se comprometió a devolver el castillo, esta vez sin condición alguna. "Esa es la palabra que nos dieron y esperamos que se mantenga. Si no es así, seguiremos esperando la devolución".
Zapatero sugirió, pero no impuso, la posibilidad de que el castillo de Montjuïc se convirtiera en un museo para la paz. Ayer, Mascarell precisó que la paz puede tener centros o museos en muchos sitios, no necesariamente en Montjuïc.
No lo descartó, pero dejó claro que si algún día la ciudad recibe el edificio, será el gobierno municipal el que decida sus usos y funciones.
No es la primera vez que Bono relaciona la devolución de Montjuïc con la bandera española. La novedad de ayer fue asegurar que su posición coincide con las tesis defendidas por el presidente Rodríguez Zapatero.
El castillo es ahora un museo, escasamente visitado pese a las vistas que ofrece, pero antes fue durante años prisión militar. Allí estuvieron, entre otros, el pedagogo anarquista Francesc Ferrer Guardia, fusilado en 1909, y el ex presidente Companys, que fue también fusilado en 1940.
Las vistas del castillo sobre la ciudad dieron pie a que el lugar fuera utilizado como punto para bombardearla en diversas ocasiones. Entre otros, dieron orden de disparar contra Barcelona los generales Espartero y Prim, este último nacido en Reus.
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