El gabinete jurídico municipal coordina a un equipo legal de apoyo para defender a los agentes

Nada menos que 347 balcones de ocho torres distintas tienen perspectiva sobre los cincuenta metros escasos que recorrieron los agentes y el hombre fallecido. La muerte de Lieven Franz Herman De Wilde sucedió el pasado lunes a mediodía en pleno centro, a pie del paseo marítimo, frente a una farmacia, restaurantes e inmobiliarias. Los policías solicitaron la ayuda de dos trabajadores de un hotel cercano para lograr reducir a De Wilde, de 120 kilos y 1,90 metros de altura.

Al día siguiente, cinco testigos acudieron al juzgado número 2 de Marbella para declarar ante el juez Francisco Urquía. A ellos se les han sumado los dos ciudadanos que ayudaron a los agentes y que, al dejarlos el juez en libertad sin cargos, pasaron a tener condición de testigos en la investigación. Al frente de la defensa de los agentes está Regina Román, del gabinete jurídico del Ayuntamiento marbellí, junto al ex titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Marbella, Antonio Ruiz Villén, quien representa al despacho de Guerrero Abogados, además de Antonio Mena, letrado del bufete de Lizarza.

"Me parece que no es serio que una serie de testigos se hayan exhibido en las televisiones hablando sobre cuatro padres de familia", criticó Román acerca de "los prejuicios" con la que, según ella, los medios están informando sobre el incidente. Román quiso dar sensación de unidad por parte del equipo de letrados que defenderán a los agentes implicados. "Hemos formado equipo junto a los letrados de apoyo", dijo ayer.

La autopsia reveló que el cadáver presentaba hematomas en la cara, el abdomen y la espalda causados por la actuación policial, pero el examen forense no concluyó la causa que derivó en la muerte de De Wilde a sus 44 años. Los médicos contarán a partir de ahora con su historial médico, vital para averiguar si padecía algún trastorno mental que pudiera explicar la conducta agresiva que mantuvo el lunes al mediodía, según los agentes.