Basura en el correo
El correo electrónico es una herramienta imprescindible para la comunicación, pero padece un achaque que ha llegado a cotas insufribles: el spam (correo no deseado). El spam acarrea todo tipo de costes: tiempo laboral del empleado dedicado a la limpieza de su buzón y ocupación de la red en detrimento de comunicaciones más provechosas. El combate contra el mismo es, por tanto, prioritario para la propia salud económica de los intercambios epistolares y del sistema, la arquitectura de Internet. Tan sólo en España hay más de 12 millones de cuentas de correo, y en Estados Unidos calculan que el 90% del correo que circula por la Red es indeseado.
Bill Gates adelantó hace un año posibles estrategias para frenarlo: cobrar a quien remita un correo rechazado por el receptor, una fórmula que tiene el inconveniente de complicar los sistemas vigentes de facturar por conexión a la Red, o introducir un puzzle lógico a resolver cada vez que se envíe un correo. Se trataría de un programa muy simple pero que complicaría la vida a las máquinas encargadas de enviar automáticamente millones de correos basura. Mientras, las soluciones van por otro camino. Estados Unidos ya ha condenado a multas multimillonarias a remitentes de correo basura denunciados por sus víctimas y en España también está perseguido por la ley. Pero los autores son huidizos, ya que se refugian en países sin ningún control sobre las conductas digitales. Por otra parte, existe una sofisticada industria de filtros que selecciona y escupe el correo basura. Filtros que, eso sí, pueden llevarse por delante mensajes absolutamente inocentes.
El coste que supone para las empresas administrar el spam también es un motivo de negocio para quien ofrezca soluciones. Este fin de semana, AOL y Yahoo han anunciado un servicio de pago que permitirá al remitente que lo suscriba contar con un sello de garantía en sus mensajes, que no serán captados por los filtros de sus sistemas de mensajería. Es una solución destinada básicamente a las empresas que envían correo comercial, pero ha de tratarse de remitentes prudentes en la cuantía de sus mensajes, de tal manera que les salga a cuenta pagar por pieza enviada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.