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La arquitecta del 'nuevo Barajas' desconocía el problema de sobrepeso de las esculturas de Valdés

La técnica afirma que el conjunto artístico podrá ser colocado tras reforzar el forjado

La arquitecta responsable de la nueva terminal del aeropuerto de Barajas, Birgit Schlosser, del Estudio Lamela, afirma que se enteró "por la prensa" del problema surgido con las tres esculturas de Manolo Valdés que AENA encargó para la T-4. El ente público que gestiona los aeropuertos españoles no ha instalado las tres damas que compró por 1,1 millones de euros porque pesan demasiado para el forjado. El escultor, que se muestra desconcertado y apenado, sostiene que decidió en su día la ubicación de sus obras en la terminal de acuerdo con los arquitectos.

El forjado de las plantas de la terminal está calculado para soportar cargas de 500 kilos por metro cuadrado. Una de las esculturas de bronce pesa 2.700 kilos sobre una base de 2,92 metros cuadrados, de modo que traslada 900 kilos por metro, mucho más de lo previsto. Schlosser niega que los arquitectos tratasen con el escultor el asunto, pese a que tanto Valdés como Mario Vargas Llosa, que escribió unos poemas para ser grabados en el bronce de las esculturas, aseguran que hubo contactos con Carlos Lamela. "Incluso cenamos con él", recuerda el escritor.

La arquitecta responsable del proyecto sostiene que su estudio sólo ha tratado con AENA durante la ejecución de la T-4, que desconocían dónde se iban a instalar las esculturas, y que tampoco el ente gestor de los aeropuertos les ha comunicado nada sobre el exceso de peso de las tres damas de bronce: La coqueta, La realista y La soñadora.

En todo caso, Schlosser asegura que desde el punto de vista técnico no hay problema alguno. "Se reforzará puntualmente el forjado en el lugar donde se vayan a instalar", sentencia. AENA ha declinado hacer más declaraciones respecto a esta cuestión.

"Ya estaban inauguradas"

Valdés, que reside en Nueva York, se confiesa desconcertado por la noticia del sobrepeso de sus damas. "Ya estaban puestas e inauguradas", se duele, en referencia al estreno de la obra civil del aeropuerto con presencia de José María Aznar, entonces presidente del Gobierno, y de él mismo en 2004, un mes antes de las últimas elecciones generales.

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"Cuando estaban puestas no se cayó el piso", afirma el artista, que añade que se eligió la ubicación "de acuerdo con el arquitecto". Incluso se dio la típica escena, recuerda, de decir aquello de "un poco más a la derecha". Las obras iban a colocarse en una disposición triangular a la entrada de la terminal, en el nivel 2 del edificio principal. "Ahora parece que se buscará un lugar más privado", dice Valdés.

Tras la inauguración, se llevaron las damas a un almacén, donde llevan ya depositadas dos años, ya que aún quedaba mucha obra por terminar y no se quería correr el riesgo de que las esculturas sufriesen algún daño.

Este asunto "denota la impunidad con que se gasta el dinero público", opina el artista, que añade que "es preciso que no se actúe con esa frivolidad", olvidando el ingente trabajo desarrollado. Sobre la solución al problema y la nueva ubicación, Valdés afirma que no es "demasiado exigente", ya que las obras "ya son del cliente".

"Siento un poco de pena", continúa, "no ha habido gran interés en ocuparse" de las esculturas, pero "no estoy preocupado porque es una realidad subsanable". "Esto no es Afganistán, donde vuelan los budas", dijo en referencia a la destrucción por los talibanes de las gigantes estatuas excavadas en Bamiyan. El artista afirma que tiene la "promesa" de que se solventarán los inconvenientes. Tiene previsto viajar a España en unos meses, ya que el Museo Reina Sofía quiere organizar una retrospectiva de su obra.

Valdés asume que los actuales responsables de AENA son "otros", ya que él recibió el encargo cuando Francisco Álvarez-Cascos era ministro de Fomento, y su actual esposa, María Porto, era directora de la galería Marlborough, a la que Valdés tiene encomendada la gestión de su obra. "Yo ya estoy apartada de este tema, hable con la galería", zanjó ayer Porto cuando este periódico reclamó su versión.

El escritor Vargas-Llosa no se explica cómo es posible que no se hubiese tenido en cuenta en su día el peso de las esculturas. Afirma que tanto el escultor como él mismo pusieron un "especial cariño" en el proyecto, que para el escritor fue "muy estimulante". Sobre la posibilidad de un trasfondo político, Vargas Llosa aventura que "como en todo" podría darse, pero en todo caso espera "que triunfe el criterio artístico".

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