A pesar de todo
En 1991, año del segundo centenario de la muerte de Mozart, Amanda Roocroft deslumbró en el viejo teatro de Glyndebourne con una interpretación magistral del personaje de Fiordiligi en Così fan tutte. Se perfilaba como una de las cantantes incuestionables de futuro. Han pasado 15 años, y Roocroft ha cuajado una carrera artística de gran profesionalidad, pero sin alcanzar esas cotas artísticas que de ella se presagiaban.
El programa que planteó en Madrid era ambicioso, exigente. Cuatro bloques en cuatro idiomas con cuatro compositores. La soprano inglesa no tiene a estas alturas un color vocal de esos que se consideran especialmente atractivos. Su vibrato produce a veces un sentimiento de distancia y sus agudos se perfilan algo abiertos en algún momento. Tampoco su puesta en escena es hechizante. Pero canta bien y, en algunos tramos, hasta muy bien.
Amanda Roocroft (soprano)
Con Malcolm Martineau (piano). Canciones de Claude Debussy, Piotr Ilich Chaikovski, Richard Strauss y Samuel Barber. XII Ciclo de Lied. Fundación Caja de Madrid. Teatro de La Zarzuela, 6 de febrero.
Su Debussy estuvo impecablemente pronunciado y aunque tuvo algunas fases de embrujo no acabó de seducir del todo. Su Chaikovski fue espléndido, con una expresividad interior muy sentida y con un latido de emoción llevado desde las raíces. Su Strauss fue meritorio y su Barber realmente extraordinario y, en algunas canciones, alcanzó cotas sublimes. Acompañó con su habitual musicalidad, precisión y gusto por el detalle el pianista escocés Malcolm Martineau.
Babelia
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