Días de aguacero
En un librito que acaba de publicar Acantilado y del que es autor el editor Jorge Herralde, el inolvidable Roberto Bolaño enfatizaba su rechazo al realismo mágico de sus antepasados y a todo lo que oliera a boom latinoamericano (que empezó a hacer aguas, según Bryce Echenique, cuando se separaron Simon y Garfunkel: leo en la segunda entrega de sus antimemorias). Es ésta, por supuesto, una constante de los jóvenes y muy interesantes escritores de ese continente que están publicando entre nosotros. Por eso sorprende tanto, en principio, esta novela del colombiano Santiago Gamboa que homenajea el París de los Vargas Llosa, Ribeyro, el propio Bryce y de tantos otros escritores que se abrieron paso por la jungla parisiense de los sesenta. Gamboa con su álter ego, Esteban (si no me equivoco sólo aparece el nombre en la página 347, es el protagonista de su novela Vida feliz de un joven llamado Esteban), vive errante su odisea particular, de hambre, soledad, frío y aguaceros, por un París crisol de emigrantes, de gente sin papeles y con desgarradas historias a sus espaldas. Esteban se ata al palo mayor de su chambrita no para resistir los cantos de sirena, sino para no perderse ni una de esas voces. Es ésta una novela coral, de voces de emigrantes, de gentes con historias, algunas terribles y otras hermosas que va tejiendo Gamboa, con acierto, en el tapiz de su novela.
EL SÍNDROME DE ULISES
Santiago Gamboa
Seix Barral. Barcelona, 2005
353 páginas. 20 euros
Esteban, joven escritor colombiano en ciernes y sin un franco para gastar, protagoniza buena parte del periplo y va cohesionando todas las historias de mestizaje y de solidaridad, de tal manera que Gamboa en este libro logra, por un lado, darnos -algo anacrónicamente- la novela del joven escritor en París y, por otro lado, la de las voces de la emigración, magrebí, asiática, del Este europeo. Esto es lo más novedoso e interesante del relato. Gamboa es un contador de historias vocacional con una cierta afición al desparrame narrativo de índole sexual. Aquí, a partir de un momento, Esteban se convierte en un superatleta sexual, cualidad ésta que en mi opinión lastra un poco -y distrae de su verdadera esencia- la novela. No tengo conocimientos científicos suficientes como para confirmar que el vigor sexual disminuye si uno no come bien o anda siempre con los bolsillos rotos, pero considero como lector que tanto ejercicio venéreo -y alcohol hasta las cejas- y tanta orgía multirracial resulta algo cargante. Es el único pero con cierto peso que cabría ponerle a esta muy entretenida novela, en la que destacan -ya queda dicho- sobre todo Néstor, Gastón y el norcoreano Jung.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.