Austria: sangre y píxeles
Barroca, católica, polarizada ideológicamente, en conflicto permanente con una historia que es una de las principales industrias del país y a la que explota turísticamente sin reparos. Es fascinante lo mucho en común que todavía tienen Austria y España pese a que hace siglos que no son de la misma familia. Lo resaltaban casi todos los entrevistados en el viaje-maratón que organizó el pasado octubre la cancillería austriaca para mostrar a un grupo de periodistas españoles el contexto real en el que se mueven las 22 galerías de arte contemporáneo austriacas invitadas este año a Arco. Aunque, la verdad, este parecido no es exactamente un halago porque en los dos países son temas que levantan demasiados fantasmas. De hecho, tal vez no sea casual que las grandes figuras austriacas del arte del pasado siglo, desde Egon Schiele a Günter Brus, hayan optado por una cierta automortificación.
"El accionismo vienés es la principal aportación austriaca al arte internacional", explica el director del Mumok
"El accionismo vienés es la principal
aportación austriaca al arte internacional", explica Edelbert Köb, director del Mumok, museo de arte contemporáneo vienés, que cuenta con la principal colección de este movimiento y también con un amplio fondo de Fluxus, otro de los referentes de la vanguardia de los sesenta. La radicalidad del accionismo -movimiento sobre el que no habrá ninguna exposición en Madrid pero que está viviendo una interesante revisión estos años- es difícil de superar. Tras muchos años de ostracismo, ahora sus integrantes -Brus, Hermann Nitsh, Otho Muelh- son aceptados por la oficialidad como referentes históricos, aunque siga siendo difícil de asimilar la crueldad de algunas de sus acciones. Su estela, sin embargo, ha estado presente en el arte de las siguientes generaciones. "Han influido en lo que respecta a la importancia del cuerpo y del body art en las prácticas de los jóvenes artistas austriacos, y también en el interés por los temas sociales, pero ellos se tomaban muy en serio estas reflexiones sobre la identidad, el dolor o la historia, y los artistas de ahora miran estos mismos temas desde perspectivas más irónicas, incluso cínicas", comenta Erwin Wurm, uno de los creadores más relevantes de la escena austriaca.
En la feria podrán verse obras de algunos de los más importantes representantes del accionismo, como Brus y Nitsh, en la galería Heike Curtze -que no forma parte de las salas invitadas pero estará en el programa general- y en la galería Elisabeth & Klaus Thoman, de Innsbruck. Esta histórica sala tendrá doble presencia en la feria y mostrará los grandes clásicos de posguerra austriacos, entre ellos, Arnulf Rainer, ahora el gran artista nacional y pintor de raíces informalistas que se confiesa más cercano a Saura que a Tàpies, con el que suele comparársele, pero que parece haber incorporado de manera más abierta que ellos las corrientes conceptuales.
Pero Austria habla alemán y es
a esta cultura a la que debe sus mayores logros y sus peores dramas. Tampoco es una historia fácil y algunas heridas aún supuran. Tal vez eso explique en los últimos años, junto a una insistente reflexión sobre la identidad y la propia historia hayan abundado en el arte austriaco el humor, la distancia crítica y la exploración tecnológica de estos otros mundos posibles que aparecen aún confusos en el horizonte. Esto último es algo que se ve muy claramente en Linz, ciudad obrera y fronteriza que ha focalizado su reconversión industrial en las nuevas tecnologías. El emblema es Ars Electrónica, buque insignia de la popularización de las posibilidades creativas de la informática alrededor del cual han trabajado y crecido numerosos artistas y teóricos de los nuevos medios. En la otra orilla del Danubio, que cruza esta ciudad que los romanos llamaron Lentos, se encuentra otra de las puntas de lanza de la experimentación artística austriaca: el OK, un centro de exposición, producción y residencia de artistas al que sólo se puede acceder, eso sí, por invitación del equipo director. El edificio es austero, casi monacal, pero cuenta con un completo laboratorio de nuevos y viejos medios tecnológicos que permite realizar trabajos sonoros o videográficos pasando por net art o instalaciones multimedia; medios todos ellos en los que destacan las nuevas generaciones de artistas austriacos.
También de Linz es Valie Export, veterana creadora que ha combinado la performance y los nuevos medios desde una perspectiva feminista y combativa respecto a los roles sociales establecidos. En Arco estará representada por la galería Charim de Viena, que también presenta a una joven artista serbia, Milica Tomic, digna continuadora de la tradición valiente de Export tanto en sus sobrecogedores trabajos sobre la identidad nacional como en uno de sus últimos vídeos en los que consigue que millonarios estadounidenses lean ante su cámara fragmentos de El capital. "Ha sido fácil, ya no da miedo lo que representa porque vivimos el momento del triunfo del capitalismo", comentaba sonriente en la trastienda de la galería en Viena. Tomic es un claro ejemplo del nomadismo de los creadores del mercado global y también de cómo los artistas de los países del Este de Europa han encontrado en Viena el puente para darse a conocer en Occidente. Hans Knoll, por ejemplo, fue el primer galerista occidental en abrir sala en una capital del bloque comunista, concretamente en Budapest, en una fecha tan temprana como 1988, aún con el muro en pie.
La situación política y social
aparece en muchas de sus obras, a veces de forma dura y mordiente, otras con distancia e ironía, cualidades que parecen ser otra de las líneas de fuerza del arte actual austriaco. Ya aparecía en las esculturas de Franz West y también en las propuestas de Wurm (galería Krezinger), quien pese a su lúcido interés por la filosofía y el lenguaje está orgulloso de haber colaborado con el grupo Red Hot Chili Peppers en el vídeo de Can't stop.
Esta mixtura de medios del actual arte global se aprecia también en la obra de muchos jóvenes artistas como Katrick Plavcak (galería Mezzanin), cuyos dibujos aluden a lo inmediato tanto como algunas de las canciones de su grupo de música Blendwerk. O en el provocativo exhibicionismo de Mathias Hermann, que se presentará en la activa galería Steinek, sala que organizará también la performance Interview machine, del dúo Julius Deutschbauer y Gerhard Spring, quienes tienen la intención de pasarse toda la feria entrevistando a los visitantes en una acción que seguro no pasará inadvertida.
Es esta vertiente cosmopolita y abierta de la sociedad austriaca actual la que se quiere mostrar en Arco. "La cultura es una de las principales industrias del país, especialmente la música", explicó Franz Morak, secretario de Estado de Cultura del Gobierno de Austria. "Pero tenemos una imagen antigua y ahora queremos dar a conocer lo contemporáneo. Ésta es nuestra mayor apuesta".
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