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Entrevista:JULIETTE BINOCHE | Actriz de 'Caché' | NOTICIAS Y RODAJES

"Las comedias me deprimen, me dejan vacía"

Rocío García

El teléfono sonó en casa de Juliette Binoche. Era el director Michael Haneke, que quería que la actriz francesa trabajara de nuevo con él en su película Caché (Escondido). Binoche no lo dudó. Sin leer el guión, le dijo que sí. Esta intérprete, que despierta la admiración por la fuerza oscura y herida de su mirada, asegura que es en la humildad y en la voluntad donde encuentra el punto de neutralidad que necesita en la vida y en la escena.

Sin maquillar, sonriente y relajada, Juliette Binoche (París, 1964) no parece querer esconder algunas de sus íntimas emociones y secretos. "Saturada no es quizá la palabra adecuada para el momento que he pasado. Es como si no tuviera necesidad de nada, sentía una especie de vacío personal. De todas formas, creo que es necesario que esto ocurra para ser uno mismo. Dejar que las cosas fluyan, intentar no sentir nada, porque estamos educados en tener siempre un objetivo concreto, presionados a exponernos y expresarnos de manera permanente. No es fácil ser uno mismo. La depresión es algo necesario".

"Me llamó Michael Haneke para trabajar en 'Caché' y acepté sin leer siquiera el guión"
"No me gusto mucho en la película, no me siento muy confortable cuando me veo en ella"

La actriz francesa necesitó hacer una parada en su actividad cinematográfica para pasear y pensar, recargar también las pilas. "Los actores no somos máquinas, no somos funcionarios que siempre hacen el mismo trabajo. A veces uno no sabe quién es y por eso hay que hacer una parada", aseguraba en París la semana pasada ante un grupo de periodistas europeos esta intérprete de mirada viva y sonrisa acogedora. Fue la llamada de Haneke, con el que ya trabajó en 2000 en el drama Código desconocido, la que acabó con esa situación de incertidumbre. Sólo el año pasado ha rodado tres películas, lo que para esta actriz de carrera pausada y meditada es mucho. Lo dice ella misma. Por eso, ahora se ha tomado de nuevo un descanso. "Haneke me llamó por teléfono y me dijo que si podía contar conmigo para su próxima película, e inmediatamente le dije que sí. No tuve ninguna duda. Acepté sin leer siquiera el guión. Se sintió, claro, absolutamente encantado. Tengo mucha confianza en él y sé que es muy exigente. Le gusta la búsqueda de la verdad en su trabajo tanto como a mí. Cuando recibí el guión no podía dar crédito a lo que leía, al ver que mi personaje no hacía más que llorar. Le llamé y le pregunté por qué me hacía llorar en cada escena. Haneke escuchó mis temores y redujo alguna escena lacrimógena".

El proyecto del que habla Binoche es Caché (Escondido), la película del director alemán ganadora de cinco premios de la Academia de Cine Europeo, en la que trabaja junto al actor Daniel Auteuil. Estrenada en España el pasado día 20 de enero, Caché es un thriller psicológico que narra la vida de una familia que comienza a recibir cintas de vídeo en las que se ve cómo están siendo vigilados día y noche. Inquietantes y oscuros secretos del pasado aparecerán en escena y estallarán en la plácida existencia de la familia.

"No puedo decir que esté totalmente satisfecha de mi actuación en Caché, pero creo que era la única forma de hacerlo, la única forma que pude encontrar. No me gusto mucho en la película, no me siento muy confortable cuando me veo en ella. Hay algo que se pone demasiado al desnudo. Uno necesita un punto de depresión después de mucha tensión. No es algo negativo, lo siento como algo necesario. Igual que existen los colores brillantes y los más pálidos, las personas también albergamos todos los colores, y debemos de saber aceptar y amarlos todos", explica. Haneke deja en la película un final abierto. A Binoche le han preguntado muchas veces por ello. "En Caché hay juego y suspense, pero eso no me interesa. Es el tema de la culpabilidad lo que me interesaba de la película, el cómo una persona es responsable o no de sus actos. Ésa es la tragedia. Cuando se ha hecho algo incorrecto en el pasado, uno tiene que poder decirse a sí mismo que ha actuado mal. Sólo así uno puede reconciliarse".

La fragilidad que desprende Binoche al natural se desvanece en la pantalla ante la fuerza oscura y herida de su mirada. Fue en 1985, en la película Je vous salue, Marie, de Jean-Luc Godard, donde por primera vez se la vieron esos ojos perturbadores. Le han seguido grandes títulos y grandes personajes al lado de directores de la talla de Krzysztof Kieslowski (Tres colores: Azul), Louis Malle (Herida), André Techiné (Alice y Martín) o Anthony Minghella (El paciente inglés). Papeles dramáticos, muchos de ellos cercanos a las sombras o los infiernos.

"Las comedias me deprimen, me dejan vacía. Me siento decepcionada como ser humano al ver esas cosas tan estúpidas, en las que has trabajado tanto tiempo y en las que se ha puesto tanto dinero. Es un desperdicio. Eso no quiere decir que no lea comedias, pero sólo las haré cuando encuentre algo que me llegue. No quiero hacer una comedia simplemente porque acabo de hacer tres dramas. Quiero que una película tenga coherencia para mí y sentido para el mundo. Lo que me importa, sea comedia o tragedia, es hacer algo en lo que pueda crecer con la historia". Dice leer los guiones que le llegan en situación de neutralidad y receptividad para permitir luego que el trabajo de actuación sea lo más correcto posible. El trabajo interior de un intérprete lo compara con la gran copa del Santo Grial, un receptáculo grande donde caben muchas cosas.

Le quedan por estrenar las tres películas que ha rodado entre finales de 2004 y 2005. Y entre ellas, una de la que se espera mucho por ser también su segundo encuentro cinematográfico con Anthony Minghella. Es Breaking and entering, una historia que le ha resultado "muy dolorosa" a la hora de trabajar. Protagonizada junto a Jude Law, Robin Wright Penn y Martin Freeman, Breaking and entering es una historia de vidas cruzadas que se desarrolla en Londres. Binoche es una inmigrante bosnia, intérprete de música en Sarajevo que se gana la vida cosiendo. Con esta película, la actriz francesa ha comprobado la capacidad del ser humano de construir de la nada, algo parecido a lo que ella busca como intérprete. "Como actriz, se tiene que perder la vista de todo y empezar a construir desde la nada. Eso no quiere decir que sea deprimente. Me ha sorprendido cómo la fuerza y la belleza que contiene el personaje sea capaz de impedir que la gente se derrumbe".

Madre de dos hijos y pintora, Binoche a veces piensa que sería mejor enseñando que actuando. "Me encantaría enseñar a jóvenes actores a los que ves cómo crecen y van cambiando. Creo que me sentiría encantada y por eso me pregunto si estaría más satisfecha haciendo ese trabajo, aunque también sé que necesito la actuación". Se considera afortunada y libre. Y también comprometida. Critica los privilegios del mundo occidental, alimentados muchas veces por la utilización de los países del Tercer Mundo. "Utilizamos a esos países y luego los abandonamos. Tenemos que reconocer en la historia la utilización que hemos hecho de ello. No soy política, pero como actriz creo que tenemos un papel que desempeñar".

Confiesa que rebusca en la humildad y la voluntad en la vida y en la escena, que es ahí donde encuentra el punto de armonía que necesita. "Para ser actriz se necesita una gran humildad y una gran modestia. Ser actriz es un sueño insensato y por ello una tiene que tener confianza en sí misma, y una voluntad de hierro para así poder correr riesgos".

Juliette Binoche, en el último Festival de Cannes.
Juliette Binoche, en el último Festival de Cannes.ASSOCIATED PRESS
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