"La libertad de expresión no es negociable"
Flemming Rose, redactor jefe de Cultura del diario Jyllands-Posten, el de mayor tirada de Dinamarca, se encuentra desde hace unas semanas en el centro de un huracán que amenaza con agriar aún más las relaciones entre Occidente y el mundo islámico. Suya fue la idea de publicar las caricaturas de Mahoma. Su intención era comprobar hasta qué punto existía autocensura en su país cuando se trata del islam en este mundo después del 11-S. En esta entrevista telefónica explica el enorme malentendido cultural que se ha creado y defiende con firmeza que "la libertad de expresión no es negociable".
Pregunta. ¿Cómo empezó toda esta polémica?
Respuesta. A mediados del pasado septiembre supe que el escritor de libros infantiles Kaare Bluitgen había escrito uno sobre el profeta Mahoma también para niños, y que tenía dificultades para publicarlo porque los ilustradores rechazaban su oferta por miedo a las consecuencias. Al final hubo uno que aceptó el trabajo, pero siempre que fuese de forma anónima. Aquello me pareció un caso claro de autocensura. Ya había ocurrido lo mismo en varios países de Europa con los traductores anónimos del libro sobre el islam de Ayaan Hirsi Ali, la diputada holandesa de origen somalí amiga del cineasta asesinado Theo van Gogh. Además, en aquellos días hubo una reunión entre el primer ministro [Anders Fogh Rasmussen] y un grupo de imanes en la que uno de éstos le pidió que influyese en la prensa para que se diera una imagen positiva del islam. ¡Quería imponer la censura!
P. ¿Qué hizo entonces?
R. Decidí escribir un artículo de opinión pidiendo a los artistas daneses que hicieran un dibujo sobre cómo veían a Mahoma. No les pedí que se burlaran de él, sólo cómo lo veían y publicando sus nombres. Los nombres eran lo importante. Recibí 12 dibujos y los publiqué todos. Eran muy diferentes. En uno se reían de mí y de mi periódico; en otro, de un famoso político danés; en otro, del autor del libro infantil. No se demonizaba a los musulmanes. Eran dibujos satíricos en la tradición europea de la sátira de las figuras eminentes.
P. ¿Tiene miedo?
R. Estoy un poco asustado pero no llevo guardaespaldas. La policía se está encargando de la seguridad. Sigo haciendo mi trabajo. Sería un error hacer otra cosa. Trato de comportarme como un ciudadano libre en una sociedad libre.
P. ¿Qué debemos hacer ahora los europeos?
R. Lo más estúpido que podríamos hacer sería decir cosas del tipo "nunca lo volveremos a hacer". Con el islamismo radical pasa lo mismo que con todos los movimientos totalitarios: cuando cedes para alcanzar un compromiso, enseguida te piden más. La libertad de expresión no es negociable.
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