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Reportaje:

El juego de pegar al Abuelito

Los menores agresores de un indigente en Ayamonte actuaban por 'diversión'

Tereixa Constenla

La pregunta era sencilla. ¿Qué les gustaba hacer en su tiempo libre? Una de las respuestas fue brutal: "Pegarle al Abuelito". El anonimato de la encuesta impidió identificar al alumno que había confesado tal diversión en un taller escolar, pero cualquiera de los nueve menores de Ayamonte (Huelva) relacionados con las reiteradas agresiones que ha sufrido en el último mes Juan Jesús Campos, de 55 años, conocido como El Abuelito, podría haber suscrito lo mismo.

Juan Jesús Campos, un antiguo marinero varado en la indigencia desde hace más de una década, arrastra el mote desde niño, cuando ejercía de "lazarillo" de su abuelo en la venta de cupones. El Abuelito arrastra igualmente una fama de pendenciero y bronco con la que algunos vecinos tratan de mitigar la gravedad de las vejaciones y los ataques que ha padecido en tres ocasiones desde el pasado 27 de diciembre, pocos días después del asesinato de una mendiga, quemada por tres jóvenes, en un cajero de Barcelona.

En Ayamonte, la Guardia Civil ha detenido a J. L. M., de 19 años, y siete menores, de 14 a 17, por un delito contra la integridad moral y una falta de lesiones. Además, otros dos adolescentes de 13 años están relacionados con los incidentes, pero no han pasado a disposición de la Fiscalía de Menores al no alcanzar la edad mínima de responsabilidad penal (14 años).

El único adulto imputado, que fue puesto en libertad con cargos por el Juzgado de Instrucción número 4 de Ayamonte, es también el único con antecedentes penales por robo. Los menores pertenecen a familias estructuradas y carecen de historial delictivo, aunque poseen una aureola gamberra. "Algunos son conflictivos y no tienen conductas apropiadas", precisa el jefe de la Policía Local de Ayamonte, José Antonio Durán.

El alcalde, Rafael González, define lo ocurrido como "la gamberrada de unos niños que usan la doble personalidad, en casa son de una manera y en la calle de otra porque no hay seguimiento de los padres". El regidor difundirá esta semana un bando en el que anima a las familias a inculcar a sus hijos valores como "el respeto a los demás" y "un criterio definido sobre lo que se debe y lo que no se debe hacer".

"Detrás de las agresiones no hay drogas, si no padres con problemas", plantea Francisco Vílchez, director del instituto de secundaria González de Aguilar, al que acuden 212 alumnos. Ni en este centro ni en el IES Guadiana predomina un clima de conflictividad aunque sí cuentan con algunos alumnos problemáticos. "No diría que hay más violencia que antes, pero sí hay más falta de respeto y disciplina", expone Vílchez.

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El director cree que algunas familias alientan estas actitudes al no reprender ningún comportamiento de sus hijos: "Hay algunos niños que están todo el día en la calle y hacen lo que quieren". La tolerancia paterna también asombró a los agentes de la Policía Local que identificaron a los menores que supuestamente habían atacado a Juan Jesús Campos en un cajero del BBVA, el pasado martes, 3 de enero, al filo de la medianoche. "El padre de uno de los menores que se había resistido a la identificación se presentó en la comisaría hecho una furia y amenazando con denunciar a los agentes", relata una fuente policial.

Con anterioridad a esta agresión, el indigente ya había denunciado ante la Policía Local que el 27 de diciembre varios menores le habían pegado "patadas por todo el cuerpo" y le habían arrojado piedras. Una de ellas le hirió en el ojo izquierdo y le obligó a ingresar en el hospital Juan Ramón Jiménez, donde fue operado de "luxación de cristalino, desprendimiento de retina y agujero macular". En su denuncia, Juan Jesús Campos aseguraba que las agresiones ocurrían "de manera habitual desde hace aproximadamente unos 11 meses" y que los menores habían intentado prenderle fuego con "gasolina".

Su testimonio es corroborado por Francisca Rodríguez, la responsable del centro de emergencia social de la Asociación para la Prevención y el Apoyo al Drogodependiente (Aspreato), al que acude el vagabundo a comer, ducharse y lavar su ropa: "En verano ya me di cuenta de que tenía miedo a salir a la calle porque había niños esperándole con palos para pegarle". Esta educadora social cree que la agresión a los indigentes forma parte del ocio de estos menores: "Para ellos es una manera de divertirse como otra cualquiera, por eso un alumno contestó que en su tiempo libre le gustaba pegarle al Abuelito".

Juan Jesús Campos, <i>El Abuelito,</i> agredido varias veces por menores, en un banco de Ayamonte.
Juan Jesús Campos, El Abuelito, agredido varias veces por menores, en un banco de Ayamonte.PABLO JULIÁ

"No tengo miedo"

Ayamonte tiene unos 16.000 habitantes y cuatro indigentes. Uno de ellos es Juan Jesús Campos, El Abuelito, nacido hace 55 años en la localidad y marinero hasta que, empujado por el alcoholismo, recaló en la calle. "Se ha acostumbrado a vivir así y no quiere centros, es feliz en la calle o lo era hasta hace poco", describe la educadora social Francisca Rodríguez. El cajero del BBVA era uno de sus lugares favoritos para dormir, de igual modo que tiene su banco predilecto y una ruta preferida. Desde las agresiones, busca espacios vigilados para pernoctar como las cercanías del tanatorio o las urgencias del centro de salud. "No tengo miedo en la calle, si me tocan otra vez les corto el pescuezo aunque vaya a la cárcel", afirma. El vagabundo anuncia que reclamará daños y perjuicios por las lesiones.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Lisboa desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera en Andalucía. Es autora del libro 'Cuaderno de urgencias'.

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