Sharon cae en el olvido
Ariel Sharon continúa en coma en el Hospital Hadassah de Jerusalén. Su estado sigue siendo crítico y ayer por la noche estaba previsto someterle a una nueva resonancia magnética. Es casi seguro que no podrá recuperar su capacidad mental después de las tres hemorragias cerebrales masivas que sufrió desde el 4 de enero, cuando fue ingresado por segunda vez en dos semanas.
El 18 de diciembre tuvo un pequeño infarto cerebral del que se recuperó en 36 horas. Continuó entonces con su actividad política, ayudado por la medicación de anticoagulantes, una decisión de los médicos que levantó la polémica.
Los ciudadanos israelíes ya han asumido que el ex general es historia. Los medios de comunicación apenas se refieren al paciente y los partes médicos del equipo de doctores que le atienden son cada vez menos frecuentes, tras varias jornadas en las que los portavoces del centro clínico aparecían hasta tres veces al día para informar sobre la evolución de su enfermedad. La clase política, embarcada ya en la campaña electoral, también ha dejado de lado sus referencias a Sharon. Seguramente hasta que los comicios estén próximos. El primer ministro en funciones, Ehud Olmert, asumió la jefatura del Gobierno y ha prometido continuar con la línea emprendida por su antecesor.
El partido que fundara Sharon en noviembre, Kadima (Adelante, en lengua hebrea), sigue imparable en las encuestas por el momento. Arrastró el carismático dirigente a 14 diputados de su anterior partido, el Likud, y a tres legisladores laboristas, incluido Simón Peres. Según las últimos sondeos, Kadima se haría hoy con 44 escaños en el Parlamento de 120 diputados, cuatro asientos más de los que consiguió Sharon con el conservador y nacionalista Likud en las elecciones de 2003. Esta formación, encabezado por el ex jefe de Gobierno Benjamín Netanyahu, y el Partido Laborista, dirigido desde noviembre por el sindicalista Amir Peretz, no terminan de levantar cabeza.
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