Harnoncourt y Muti abren en Salzburgo el Año Mozart
El Año Mozart, que conmemora en este 2006 los 250 de su nacimiento, comenzó ayer en Salzburgo de forma emotiva y espectacular cuando a las ocho de la tarde sonaron las campanas de la ciudad para dar la bienvenida al más famoso de sus hijos, nacido a esa hora el 27 de enero de 1756. Desde por la mañana, niños y mayores, gentes anónimas y líderes europeos se volvieron hacia Mozart en busca de solaz, alivio e inspiración. Dos grandes conciertos abrieron y cerraron la jornada, entremedias de los cuales se inauguró la exposición Viva! Mozart, que durante todo el año va a introducir al visitante en el mundo del genio.
El austriaco Nikolaus Harnoncourt, al frente de la Filarmónica de Viena, fue quien por la mañana rindió en el Mozarteum tributo musical al inagotable genio de Salzburgo. El ambicioso objetivo de Harnoncourt de situar la música en su entorno histórico armonizó con el ejemplo de supremo europeo con que fue investido Mozart por los dirigentes de la UE, reunidos bajo su advocación para debatir sobre la armonía y la cacofonía del futuro de la Unión. "Mozart puede ser un ejemplo de europeo", subrayó el primer ministro, Wolfgang Schüssel, al inaugurar la conferencia El sonido de Europa. Ejemplo por su inquietud, por su espíritu viajero, por haber pasado un tercio de los 35 años de su vida viajando por Europa, uniéndola en un ideal, haciéndola crecer.
En todo caso, Harnoncourt pidió también ayer que el Año Mozart huya de la explotación meramente comercial del músico y recomendó, sobre todo, que se escuche su música.
Ajenos a las grandes ideas debatidas de puertas para adentro, miles de niños tomaron la ciudad para actuar, cantar y bailar al ritmo de la música de su predecesor, buen conocedor de las gélidas temperaturas y de la nieve que estos días se imponen en la ciudad. Es un frío que no puede con la cálida entrega a Mozart de quienes le reconocen y agradecen la felicidad regalada por su música.
La exposición Viva! Mozart, concebida como una fiesta de cumpleaños, recorre la vida del genio contada por él mismo, con hitos para el admirador como la KV 1, primera obra escrita de su propia mano, a los seis años, por Wolfgang Amadeus: limpia, directa, sin una sola corrección. Antes ya había compuesto, pero había sido su padre y maestro quien llevó las notas al pentagrama. La amplia muestra es interactiva y permite al melómano acercarse al sonido característico de Mozart en una sala en la que un programa permite realzar los distintos instrumentos de la Serenata KV 185. En otra se escucha en exclusiva el Quinteto para piano y viento KV 452, un golpe de genio que por primera vez en la historia hace desaparecer el violín de esa formación. Beethoven lo haría otra vez, pero 12 años más tarde.
Por la tarde-noche, la gran burguesía de Salzburgo y los dirigentes europeos asistieron a un concierto de gala en el que de nuevo la Filarmónica de Viena, esta vez bajo la dirección de Riccardo Muti; la soprano Cecilia Bartoli, la pianista Mitsuko Uchida y el violinista Gidon Kremer, entre otros, encarnaron a Mozart, que este año reinará en Europa hasta que en diciembre el propio Harnoncourt dé la vuelta a la última hoja de su vida con el Réquiem.
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