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Reportaje:

"Los pobres son bonsais humanos"

Muhammad Yunus recibe el premio de la Fundación por la Justicia y será 'honoris causa' de las cinco universidades valencianas

"La pobreza implica la negación de todos los derechos humanos". Es un principio que define la causa de la que ha hecho una vida el profesor de economía bengalí Muhammad Yunus. Aspira a que más pronto que tarde la pobreza sea objeto de museo. Defiende que nadie es pobre por naturaleza ni con carácter irreversible. Bien al contrario. "Es el sistema el que crea la pobreza. Los pobres no son creadores, son víctimas", afirma.

La experiencia en primera persona es la fuente de sus convencimientos. Con 30 años de préstamos a las mujeres más pobres de entre las pobres, con una tasa de devolución que supera el 99%, con un universo de nombres, de rostros, de historias de miseria superada ha construido una forma de desarrollo que permite superar la línea de la pobreza con efectividad, con perspectiva, sin burocracia. Dos elementos clave: compromiso y confianza en una doble dirección. Descubrió que con eso bastaba cuando aún siendo estudiante prestó 27 dólares a 42 mujeres que los necesitaban para intentar sobrevivir haciendo valer sus habilidades. Prestó su propio dinero. Confió en sus capacidades. Creyó en su compromiso. Le devolvieron los 27 dólares. Y no hubo firmas ni sellos ni empeños. Un amigo de estudios que alcanzó responsabilidades en Bangladesh amparó el primer depósito que serviría de fondo inicial para el que ha pasado a ser el banco de los pobres, Grameen (que en lengua bengalí significa rural).

Grameen ha extendido su modelo, en el que al dinero se le carga un interés y cuyos beneficios revierten en acciones en favor del desarrollo (ambulatorios donde sólo había remedios ancestrales, becas para hijos e hijas de las mujeres que han sido prestatarias) por países de Asia, América Latina y África. De los 87 millones de prestatarias (porque Yunus pensó en la mujer desde el principio precisamente porque era negada por los bancos convencionales) que durante más de tres décadas han salido de la pobreza extrema comprometiendo su trabajo sólo 13 millones residen fuera de Asia. Y de ellas, cinco en África. Por eso, para que otra lucha contra la pobreza pueda actuar, la pasada semana firmó una carta de intenciones con Cruz Roja Internacional en Madrid a partir de la cual, tras el verano, se empiecen a implantar en pequeños asentamientos los microcréditos. Muhammad Yunus, que no necesita guión para explicar su proyecto, recibió ayer el premio de la Fundación por la Justicia, presidida por el magistrado José María Tomás i Tío. Y en el acto solemne, celebrado en La Nau, Yunus utilizó la metáfora para asegurarse que el mensaje llegaba a responsables políticos, como el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, o al presidente de Bancaixa, José Luis Olivas (quien representaría un modelo próximo a la banca tradicional y que hizo gala de una experiencia piloto de dos años con microcréditos no exactamente como los que defiende Yunus). "La semilla del árbol más alto que ustedes imaginen, del más frondoso, se convierte en un bonsai si se planta en una maceta con poca tierra. Los pobres son bonsais humanos. No hay nada malo en ellos, la sociedad no les ha dado espacio para crecer". Las cinco universidades públicas de la Comunidad Valenciana comparten el ideario, apoyan los objetivos, trasladan la experiencia a través de los espacios docentes de cooperación. Ana María Fuertes, vicerrectora de cooperación internacional de la Jaume I de Castellón, anunció que Yunus será doctor honoris causa por las cinco universidades públicas valencianas de forma conjunta. "Que no haya más bonsais humanos".

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