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Columna
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Ruido

Una de las peculiaridades de la política andaluza es la dependencia con respecto a la nacional. Esto supone que la mayoría de las veces la agenda la marca el debate que se produce en toda España, ahora dedicado al monocultivo catalán. Incluso quienes deberían reclamar una mayor soberanía política, el Partido Andalucista (PA), sucumben a esta extravagancia. Los partidos, los medios de comunicación y las instituciones están pendientes del contenido del futuro estatuto catalán, lo que contamina el debate del proyecto de estatuto andaluz. Hay quienes incluso lo posponen a la redacción final que se pueda lograr entre el Gobierno y los partidos catalanes. Otra irregularidad consiste en que los líderes de todos los partidos de la oposición están fuera del parlamento, el lugar donde se debaten las leyes. Ambas circunstancias han provocado el abandono por el PA y el PP de los trabajos de la comisión redactora del nuevo estatuto andaluz. En el caso del PP es algo recurrente hacer lo que en ciclismo se llama "la goma": entrar y salir del debate para provocar el mayor ruido posible y que su líder, Javier Arenas, tenga oportunidad de encontrar hueco para alguna declaración. Resulta sobreactuado el secretario general del PA que une a lo anterior el hecho poco habitual de que a su líder lo conozcan tan sólo el 6,7% de los andaluces, lo que le obliga a llevar a cabo actuaciones desmedidas para encontrar un sitio. Es natural que reclame las mayores competencias para Andalucía. Hasta puede serlo el hecho de que pida para la comunidad la definición como nación, aunque tan sólo el 3% de los andaluces así lo defiendan. Forma parte del ideario de su partido. Lo que resulta del todo inexplicable es que se pretenda transferir la soberanía de Andalucía, que se supedite cualquier decisión sobre el futuro del estatuto andaluz a lo que se decida en Barcelona o en Madrid. Si fuera por el PA y el PP, el futuro de Andalucía lo decidirán entre Rubalcaba, Carod y Mas. Cuando sepamos a qué acuerdo han llegado podremos continuar los trabajos en Andalucía, según la opinión de populares y andalucistas. Debe ser que ese ruido que ha estudiado la Consejería de Medio Ambiente en las ciudades andaluzas proviene de la política nacional y hay algunos que no saben escapar a él. Se van a tener que amarrar al palo mayor, como Ulises.

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