Poca I, menos D
Una joven empresa fundada por un ex investigador del CSIC demuestra lo que el I+D español podría ser y no es
En el verano de 2003, a Francisco J. Martín -por entonces doctorando en inteligencia artificial de la Universidad Politécnica de Cataluña- se le ocurrió una idea para crear un sistema de los que recomiendan música a los usuarios de Internet más eficaz que los existentes. Una idea interesante, en una época en la que la oferta musical es abundante, y elegir sin perder tiempo y dinero, difícil.
Pero lo más interesante de la idea fue quizá que además de tenerla, a diferencia de la mayoría de los investigadores, Martín no tuvo ningún inconveniente en desarrollarla montando por su cuenta una empresa. Hoy, esa empresa -Musicstrands- emplea ya a 50 personas entre ingenieros y doctores, tiene 12 patentes registradas, unos 3,5 millones de euros invertidos, cientos de miles de usuarios y parece el paradigma de lo que puede ser y hacer el I+D en España. Lo que puede y, normalmente, no es.
Suecia, Bélgica y Austria solicitaron en 2004 el registro de más patentes que España
En 2004, de las 700 empresas de la UE que más invirtieron en I+D, sólo 13 eran españolas
El paradigma empieza con la idea clave. "Me pareció que el mercado indicaba un espacio, una ventana de oportunidades en ese sector", explica Martín, en una conversación telefónica desde EE UU. "Eso es fundamental: buscar la ventana", recalca. "Creo que muchas veces en España los centros de investigación públicos trabajan sin pensar en lo que pide el mercado".
Los sistemas de recomendación funcionan normalmente sobre la base de lo que uno compra: si un cliente tiene en su colección Bach, Miles Davis y U2, a otro que se lleva Bach y Davis se le puede recomendar U2. Ese sistema es poco eficaz, ya que el primer cliente puede haber comprado U2 como regalo. O, sencillamente, puede no haberle gustado. Martín pensó que lo más eficaz sería recomendar basándose en lo que uno efectivamente escucha. Por ello, empezó a desarrollar tecnologías capaces de sugerir según lo que los usuarios escuchan con sus ordenadores o teléfonos móviles. Un negocio potencialmente muy prometedor.
Pero la aventura y el espíritu de Musicstrands son una excepción, en España, y el argumento de Martín con respecto a la actitud de los centros públicos de investigación tiene mucha relevancia. El I+D español, además de ser inferior a la media de la UE (1,07% frente al 1,94% en 2004), está animado mayoritariamente por el sector público. "El 70% de los investigadores trabajan en centros públicos", apunta Luis Sanz Menéndez, director de la unidad de políticas comparadas del Consejo Superior de Investigación y Ciencias (CSIC). Y en cuanto a recursos, la inversión privada representa el 48% del total. En la UE, el 58%.
"Una de las causas de esa situación es la estructura del tejido industrial-empresarial español. Aquí hay mucho turismo, mucha construcción. Y hay poco en los sectores químico-farmacéutico, transportes y tecnología de la información, que son los que más invierten", reflexiona Sanz.
Un estudio de la Comisión Europea señala que en 2004 había sólo 13 empresas españolas entre las 700 europeas que más invierten en I+D (ver infografía). De la inversión de esas 700 empresas, el 72,6% corresponde a compañías alemanas, francesas e inglesas y el 0,93% a las españolas, pese a que, por facturación, éstas representen el 2,57%.
"Pero si la estructura industrial-empresarial española es una causa del problema, desde luego no sirve de excusa", prosigue Sanz. "Austria lo demuestra. Como España, no tiene gigantes en los sectores estratégicos. Pero ha sido capaz de crear un tejido de pequeñas y medianas empresas de alta tecnología que invierten en I+D el 1,5% del PIB del país". En España, por tanto, ni gigantes potentes, ni enanos activos. Poco público, y menos privado.
Pero no es todo. Y otra vez Musicstrands estimula la reflexión. Pese a su juventud, la empresa ya ha registrado 12 patentes, y otras siete están en preparación. Cifras poco habituales en el panorama, público o privado, español. "En este sentido es significativo que el concepto de excelencia en el entorno de la investigación española esté asociado casi sólo al merito académico, a las publicaciones. Las patentes son consideradas algo secundario, y trabajar en el sector privado algo casi mal visto", comenta Sanz.
Algunos datos sufragan de forma elocuente ese punto de vista. La Oficina Europea de Patentes señala que en 2004 hubo 846 demandas españolas de inscripción de patentes, frente a las 23.044 alemanas, 8.079 francesas, 4.791 británicas y 3.998 italianas. Suecia, Finlandia, Bélgica, Austria y Dinamarca también superaron a España, pese a tener un PIB inferior al español. No ocurre lo mismo con las publicaciones españolas, que son adecuadas al peso de la economía del país. En España se escribe bastante, pero se patenta muy poco. No se investiga mucho. Y se desarrolla todavía menos.
"Los centros públicos de investigación españoles no se preocupan de identificar el potencial emprendedor de los investigadores", observa Martín. "Y la verdad es que el 99% de los ingenieros que hacen un doctorado sólo quieren avanzar en el mundo académico o encontrar un buen puesto de trabajo".
Allí radica el tercer elemento delatado por el paradigma Musicstrands: la falta de ambición empresarial global y el escaso apoyo institucional. "Incluso cuando uno tiene una buena idea, a menudo falta la ambición de desarrollar el proyecto a escala global. Eso se explica, creo, con la ausencia de ejemplos esperanzadores en el entorno en el que se trabaja, y con la falta de experiencia y apoyo", avanza Martín. Musicstrands -que tiene entre sus colaboradores el ex presidente de CBS New Media y el ex director científico de Amazon.com- demuestra que una empresa recién fundada puede tener una ambición global.
Es significativo que las autoridades de Oregón hayan demostrado en varias ocasiones cercanía y apoyo a la sede local de Musicstrands, según dice Martín, mientras que en la de Barcelona no han recibido "ni una llamada". Naturalmente hay excepciones, y el propio Martín recibió una valida ayuda del CSIC y de su Instituto de Inteligencia Artificial con ocasión de una anterior experiencia empresarial.
Sanz apunta que "la ayuda a la investigación no es suficiente: es fundamental tener capital disponible para ayudar a emprender y llevar adelante las ideas que surgen gracias a la investigación, y es fundamental que la inversión pública movilice el sector privado y aumente su propensión a tomar riesgos, a cambiar su estrategia. Hay que evitar que el sector privado aproveche el mayor esfuerzo del público para reducir el suyo. Me parece que las políticas más recientes van en esa dirección, pero harán falta un par de años para evaluar sus efectos".
Mientras, Musicstrands intentará explotar su idea. Y las empresas chinas e indias harán cada vez más inviable el negocio de sus competidoras europeas que no tengan tecnología y valor añadido. En dos letras, I+D.
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