Ferrer y Robredo: dos victorias para soñar
Puede que sus rivales no estuvieran a su mejor nivel. Incluso es probable que el viento que invadió las instalaciones del Open de Australia, en Melbourne, les perjudicara. Sin embargo, tanto David Ferrer como Tommy Robredo lograron dos victorias para comenzar a soñar el día en el que la norteamericana Serena Williams cayó ante la checa Daniela Hantuchova. Ferrer se impuso al gigante croata Mario Ancic (21º del mundo) por 6-3, 6-3 y 6-3. Robredo no dio ninguna opción al estadounidense James Blake (22º): 6-3, 6-4 y 6-4.
El futuro de Ferrer en el primer grand slam de la temporada es incierto por la simple razón de que cualquier partido es complicado a partir de los octavos de final. El valenciano (14º) se enfrentará al francés Fabrice Santoro, que ayer eliminó al argentino Gastón Gaudio (10º). Robredo jugará contra el flamante campeón del Masters, el también argentino David Nalbandián.
La continuidad no será fácil. Pero los dos españoles demostraron que han hecho los deberes invernales. "Estoy en mi mejor momento", aseguró un ilusionado Ferrer, de 23 años. La victoria de ayer le catapulta en la clasificación mundial y es probable que entre entre los diez primeros,uno de los objetivos del alicantino de Xàvia.
Lo que más distingue a Ferrer es su capacidad para aceptar el sacrificio y su indomable carácter ganador. "Cualquier jugador que se enfrente a él debe cargarse los machos y prepararse para un partido largo", afirma Javier Duarte, director técnico de la federación española; "su determinación y su espíritu de lucha asustan porque se apoyan en un tenis sólido y en una gran derecha".
Esas cualidades le han acompañado durante toda su carrera y se pusieron ya de manifiesto en noviembre de 2002, cuando, contra pronóstico, se impuso en el Masters español, superando a Àlex Corretja en la final. Aquello pareció un punto de partida. Hasta entonces, Ferrer había pasado por la escuela de la federación satalana y por la Academia Equelite, de Martínez Cascales y Juan Carlos Ferrero. "Pero en ambos casos me sentía demasiado alejado de mi familia", aduce. Eso le llevó a Denia y a entrenarse con Javier Piles, con quien sigue todavía.
La evolución de su tenis es incuestionable. "Mi objetivo es dar lo mejor de mi mismo en cada partido", afirma. Y lo está haciendo.
Igual que Robredo, que casi nunca pierde con jugadores de inferior ránking y que parece en condiciones de dar un nuevo salto en su trayectoria.
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