Teatro de sombras
Ciertos cocineros nos han acostumbrado a los menús de degustación, compuestos por una variedad de porciones minúsculas y deliciosas. Son alternativas gastronómicas para estómagos sobrecargados durante años de grandes banquetes y que prefieren alimentarse ya sólo de aperitivos: los desnutridos y los jóvenes con buen apetito suelen apreciar poco este minimalismo. Confieso mi afición al equivalente literario de estos menús, las misceláneas que mezclan pequeños relatos, reflexiones inacabadas, anécdotas, máximas mínimas y a veces incluso intercalan poemas en la prosa. Exigen del autor un pulso especialmente sostenido aunque ligero y una tenacidad en las obsesiones que aporte al conjunto la continuidad secreta a la que en apariencia se ha renunciado. Probablemente también necesitan en mayor grado que otras obras la complicidad de un lector a la par vivaz y un poquito estragado. Modelos muy diferentes pero igualmente excelsos del género son El hacedor de Borges, Manual del distraído de Alejandro Rossi, La tumba sin sosiego de Connolly y varios de los mejores libros de Nietzsche o Cioran.
LA MEMORIA DE LA ESPECIE
Manuel Moyano
Xordica. Zaragoza 2005
130 páginas. 10 euros
En España las misceláneas
abundan poco: me refiero, claro está, a las legibles con razonable placer. Entre ellas sitúo este breve y sabroso libro de Manuel Moyano, un cordobés nacido en 1963 afincado en la provincia de Murcia y que publica en una editorial aragonesa, lo cual ya implica en sí mismo una simpática miscelánea en este país nuestro cada vez más cerrilmente dado a las homogeneidades excluyentes. La primera y mejor parte de la obra son una serie de apuntes biográficos de personajes históricos (de Sócrates a Cela, pasando por Coco Chanel y Franco entre muchos) compuestos a partir del momento de su muerte. Tienen un cierto aroma a las Brief Lives de John Aubrey y mantienen un seco encanto que nada debe a la erudición (de hecho el título de la sección, Plaudite, amici, proviene de las últimas palabras de César Augusto que Moyano atribuye a Beethoven...). Después aporta una serie de sucesos atroces en forma de poemas, algunos con especial fuerza y gracia. Luego recensiona sueños, comentarios, aforismos... Son estos últimos, sin duda, lo más flojo del repertorio, por un excesivo servilismo a los modos y temas de Cioran.
En su conjunto, La memoria de la especie es una obra original y bien escrita, en la que no falta el humor aunque siempre dentro de una vocación decidida y a veces demasiado explícitamente tenebrista. Requiere un lector que interactúe favorablemente con el escritor y probablemente que lea despacio, a poquitos. Como si estuviera sentado a la mesa de uno de nuestros restauradores a la moda...
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