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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Wilson Pickett, incandescente cantante de 'soul'

Una de las grandes figuras del sello Atlantic

Diego A. Manrique

Hacía tiempo que no se sabía nada de Wilson Pickett: en los últimos años, aparecía con mayor frecuencia en las páginas de sucesos y tribunales que en las noticias musicales; su último disco conocido, It's harder now, hecho con Jon Tiven, data de 1999. Su representante, Margo Lewis, al anunciar su muerte el pasado jueves, comentaba que siguió actuando hasta que su salud empeoró, a finales de 2004.

Desde Alabama, su familia -eran 11 hermanos- se trasladó a Detroit en 1955. Actuaba por las iglesias con The Violinaires; gracias a una casualidad -alguien le escuchó cantar en la calle- pudo unirse en 1961 a un grupo profano, los pioneros Falcons, donde reemplazaría a Joe Stubbs (aunque Wilson siempre vivió con culpabilidad su alejamiento de la música religiosa). Con The Falcons tuvo un impacto con I found a love, llamando la atención del vocalista Lloyd Price, que le fichó para Double L. En 1963, colocó en listas un tema del que era coautor, If you need me, luego grabado por Solomon Burke y los Rolling Stones.

Siguiendo su práctica habitual, Atlantic Records compró su contrato en 1965. El productor Jerry Wexler lo vio claro: por las resonancias gospel de su garganta, debía grabar en el Sur de Estados Unidos. Lo hizo tanto en Memphis (Tennessee) como en Muscle Shoals (Alabama), y los éxitos llegaron en cascada: In the midnight hour (compuesta a medias con el guitarrista Steve Cropper), Don't fight it, 634-5789, Ninety nine and half (won't do), Land of 1000 dances, Mustang Sally, Everybody needs somebody to love, Soul dance number three, Funky Broadway, I'm a midnight mover, She's looking good, A man and half. Su especialidad eran los temas libidinosos, escenificados con una pasión que se resolvía en gritos.

Que conste que Pickett también grabó excelentes baladas. Entró luego en la rutina de grabar éxitos pop, a veces con aciertos (Hey Jude, de los Beatles) y de otras mejor no hablar (Sugar sugar, de los Archies). Aun así, cuando expiraba su contrato con Atlantic, renovó su sonido al ponerse en manos de Kenny Gamble y Leon Huff, en el disco Wilson Pickett in Philadelphia (1970), donde estaba la implacable (Get me back in time) engine number nine. Viajó a Miami para el disco final, Don't knock my love, grabando con Brad Shapiro y Dave Crawford, que también generó temas populares.

Tras Atlantic, probó infructuosamente con diferentes compañías -RCA, Big Tree, EMI, Motown- y hasta tuvo su sello propio, Wicked. Lo de wicked (malvado, travieso) fue un apodo que, al principio, obedecía a su atracción por las damas pero que se le adhirió finalmente por su irascibilidad. Chocó con los músicos blancos de Muscle Shoals, que él creía miembros del Ku Klux Klan. Tenía mal beber y fue procesado por amenazar con armas de fuego, por conducir bebido, por agredir a su novia, por invadir con su coche el jardín de su vecino. El vecino era el alcalde de Englewood (Nueva Jersey), que le perdonó -a cambio de un concierto gratuito- tras diagnosticar que "el peor enemigo de Wilson Pickett es Jack Daniels".

Su intimidante reputación impidió que se intentara con él la típica "operación rescate" de la que se beneficiaron tantos veteranos. Así, en Los Commitments se hablaba constantemente de él pero no aparecía, aunque sí lo hizo en Blues Brothers 2000. Estaba condenado a quedarse en el circuito de la nostalgia.-

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