Borrascas personales

Otra familia disfuncional. De las que están tan de moda en una parte de Hollywood desde el éxito en todo el mundo de American beauty. Con un padre gris tirando a tontorrón; una hija obesa a la que suelen insultar en el colegio sus cobardes compañeros; un hijo que comienza a coquetear con las drogas blandas, y una ex esposa que pretende iniciar una nueva vida alejada del tedio que les ha sobrevolado durante años. Gore Verbinski, director habitualmente centrado en el cine de pretendido espectáculo, sigue la senda de Sam Mendes en la puesta en escena y se adentra con El hombre del tiempo en el territorio más independiente del cine americano para componer una desoladora tragicomedia negra que provoca la sonrisa con desastres vitales que no tienen la más mínima gracia. Una sonrisa que se hiela cuando el espectador acierta a colocarse en el lugar del protagonista y cae en la cuenta de que determinados aspectos de su día a día pueden ser tan plomizos como los de la persona que le está haciendo reír.

Se ve que ciertos directores, hartos del pim, pam, pum habitual de cierto cine de acción, aspiran a algo más que a divertir a la masa mientras ésta se harta de refrescos y palomitas. Verbinski, realizador de The mexican y Piratas del Caribe, gracias a un buen guión del desconocido Steve Conrad, da un giro a su carrera y acierta a describir los chaparrones interiores de un aparente triunfador: el hombre del tiempo de una cadena de televisión local, que parece estar a un paso de fichar por un telediario nacional gracias a su buen hacer delante de la cámara. Una fachada que, sin embargo, se viene abajo en cuanto apagan los focos. Metáfora de la vida misma, la meteorología no es una ciencia exacta. Las borrascas exteriores son tan difíciles de predecir y de analizar como las intempestivas borrascas interiores, las del alma.

A pesar de la excesiva presencia de la voz en off y de que no todas las historias tienen la misma fuerza, los diálogos de El hombre del tiempo, ayudados por sus interpretaciones (sobre todo las del desvaído Nicolas Cage y su aún más lánguido padre Michael Caine), son de notable calidad y profundizan en el lado más oscuro de la moderna burguesía contemporánea. De modo que, sin llegar a las altas cotas a las que han llegado filmes como American beauty o A propósito de Schmidt, la nueva película de Verbinski supone una agradable sorpresa dentro de una filmografía que hasta ahora había sido tan banal como afortunada económicamente.