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Columna
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'Odyssey'

Han coincidido en poco tiempo una exposición de piezas provenientes de barcos hundidos en la Batalla de Trafalgar, rescatadas por el Centro de Arqueología Subacuática de Cádiz, con los intentos del buque Odyssey por localizar y extraer los restos del Sussex, un buque inglés que al parecer llevaba en sus bodegas grandes cantidades de oro y plata. Por un lado, el trabajo científico de los arqueólogos oficiales de la Junta. Por otro, el afán de los cazatesoros. La idea de la riqueza que guardan los fondos marinos de la Bahía de Cádiz ha tenido el aliento de muchos, desde Robert Marx, un cazatesoros profesional, hasta algún director general de Arqueología que fomentó la leyenda. Es difícil calibrar la riqueza en oro, plata y piedras preciosas sepultadas por las aguas de la Bahía, porque en la época se rescataba de los naufragios todo lo que se podía tal y como puede documentarse en el Archivo de Indias. Los pecios están en condiciones precarias hasta el punto de que no se puede pensar en extraer un galeón entero como hicieron los suecos con el Wasa o los ingleses con parte del Mary Rose. A lo más que podemos aspirar es a sacar información, que es lo más valioso, y algunos objetos metálicos o de cerámica. Los tesoros maravillosos están bien para las películas o para Mel Fisher, que tras decenas de años de búsqueda encontró el Nuestra Señora de Atocha cargado de oro y esmeraldas en los cayos de la Florida. En cambio, del San Diego y del Guadalupe sólo se sacaron objetos para los museos. La Junta y el Ministerio de Cultura deben velar por el patrimonio arqueológico e impedir que desaprensivos actúen en la plataforma continental andaluza. Aunque el buque sea inglés, es una ardua polémica determinar de quién es la carga, como ha podido demostrar el pleito por el Juno en los EE UU, cuya titularidad reclama España por ser un barco con bandera de un estado soberano. Pero en el caso de que el derecho marítimo internacional determinara que lo que quede del buque, incluida su carga, pertenece al Reino Unido, para sacarlo debe contarse con la pertinente autorización. España no es un país del tercer mundo al que se puede avasallar. Las autoridades británicas deberían extremar el celo para que las cosas se hagan de manera legal, salvo que España mande barcos por las bravas a rescatar los restos de la Armada Invencible.

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