_
_
_
_
COLUMNISTAS

Legado de otra memoria

Le telefoneé a Buenos Aires para felicitarle por el nuevo año y, de paso, preguntarle si me autorizaba a escribir un artículo contando lo nuestro.

-¡Pues claro! -respondió, con su acento de argentino y gallego forjado en unas cuantas décadas.

-¿Puedo poner tu nombre? -insistí.

-¿Por qué me lo preguntas?

-Es que soy de la vieja escuela del periodismo. Necesito consultar al interesado antes de lanzarme a hablar de intimidades.

Hubo una pausa y entonces él dijo:

-Qué cosas, ¿no es cierto?, estas relaciones que se crean entre personas que no se han visto nunca, pero que se importan.

-Sí, qué cosas.

-Pero si tú me llamas, yo corro adonde digas -añadió.

Pepe Rivero es un hombre mayor que yo, con historia personal y familiar detrás, e historia dentro de la Historia, que empezó a transferirme parte de su memoria (la que él elige, la que nos identifica a los dos por raíces o elecciones) a partir, creo yo (pero no estoy segura: ahí mi memoria falla, soy muy mala para los comienzos), de un artículo que publiqué aquí mismo sobre Stefan Zweig, recién publicado en España su libro de memorias El mundo de ayer. A lo mejor no es así, Pepe, me falla el repertorio más que a ti. Pero nunca olvido lo fundamental.

El caso es que desde entonces empezó una relación de sincronía ideológica y afectiva, y de envíos generosos por su parte. Entre ellos, puedo mencionar un rarísimo libro escrito sobre Zweig por su viuda, Friederike Maria, publicado por la editorial Claridad de Buenos Aires en 1946, cuando yo tenía tres años. Impresiona, el viejo y apasionante ejemplar, tan lleno de vida aún pese a los desgarrones del tiempo. Me llegó también un puñado de láminas que, bajo el título Rincones evocativos del viejo Buenos Aires (1948), me traen, entre otros, recuerdos anteriores a mí de las calles del centro de la ciudad. Otros regalos de valor incalculable: una revista de láminas editada con motivo de la Exposición Internacional de París (1900) que perteneció a su bisabuelo, de origen suizo-italiano. Reproducen infinidad de aspectos de un internacionalismo / exotismo que empezaba a ser descubierto por una Europa que, 14 años después, se enzarzaría en una guerra salvaje y sin fronteras.

Carpetas de recortes, también: "De la Argentina, de España y del mundo", y me las dedica. Y un resumen publicado por la revista Gente, resumiendo los años críticos, desde el juramento de Héctor Cámpora como presidente en 1973 hasta el golpe de la Junta militar, en marzo del 76. De su puño y letra, Pepe Rivero acota: "Éstos son los nazis". Sus opiniones acerca de Perón y el peronismo son contundentes y acertadas. Tanto como su valoración de la Argentina actual.

Gracias a la generosidad de este hombre, Terenci Moix recibió, pocas semanas antes de su muerte, y estuvo encantado, una colección de la revista Vanity Fair de los años treinta, que Pepe nos dedicó a los dos, y en cuyas páginas se encontraban relatos de Dorothy Parker y de Scott Fitzgerald. Testimonios de otro tiempo, de personas hoy poco valoradas pero muy importantes: del aguafuertista Felicien Rops al gran hombre español de teatro Fernando Collado, autor de un libro excepcional, El teatro español bajo las bombas.

Artículos de gente como Silvina Ocampo… Memoria y más memoria, suya, de sus antepasados, van pasando a mí con delicadeza y puntualidad. Lo último que abrí, antes de fiestas, fue la edición berlinesa, ¡de 1936!, del libro de Leni Riefensthal publicado para celebrar los Juegos Olímpicos de aquel año: con fotos extraordinarias que relacionan la Grecia clásica con los atletas alemanes. Editado en cuatro idiomas, el libro no es sólo precioso por sus imágenes; lo es también por la complicidad mundial que sugiere. Ni un solo emblema nazi, ni un trazo militar. Sólo la Raza en acción.

Pues bien, querido Pepe, muchas veces te he dado las gracias por tu memoria y tus regalos, pero sobre todo quiero dártelas (que para eso se inventaron los primeros días de los años: para seleccionar y agradecer) por la amistad inesperada.

A ver si alguna vez nos encontramos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_