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EL HOMICIDIO DE CORREOS

Ramírez trabajaba por la mañana como guarda de campo

Los compañeros de Correos le dejaron librar en enero casi todos los fines de semana

Ramírez no dormía. Sus compañeros aseguran que tenía dos trabajos: por la mañana era guarda de campo en una provincia cercana a Madrid y por la noche trabajaba como guarda de seguridad en Correos. Ramírez siempre quería librar los festivos para poder irse de cacería, y se ponía violento si sus compañeros del trabajo de Madrid no le dejaban. En el cuadrante que los vigilantes hicieron para enero le pusieron libranzas casi todos los fines de semana.

El pasado 21 de diciembre, Manuel Ramírez Torrecilla llegó para hacer su turno, como todas las noches, a las siete de la tarde. El resto de vigilantes le presentó el cuadrante de los horarios que habían elaborado ellos mismos para este mes de enero. En el documento, al que ha tenido acceso este periódico, el homicida tenía libres todos los fines de semana menos uno. Incluso el pasado puente de Reyes Magos (viernes, sábado y domingo), el resto de vigilantes también se lo habían puesto libre porque el homicida dijo que quería irse a una montería fuera de Madrid.

Los vigilantes presentaron al homicida el cuadrante de enero para que lo firmara, al igual que habían hecho el resto de trabajadores. En diciembre, le había tocado trabajar algunos sábados, según el cuadrante elaborado esa vez por la empresa. "Pero Ramírez ni siquiera miró el papel. Se negó a firmarlo y nos llamó a todos sinvergüenzas", explicaron los empleados. Éstos añadieron que él no tenía el peor turno, sino que fue el propio Ramírez el que pidió trabajar por la noche, de siete de la tarde a siete de la mañana. Pero el homicida estaba obsesionado con poder librar los festivos y los fines de semana para poder ir de caza. Una vez puso un cartel en el trabajo para que la gente se apuntase a una montería. Sólo se apuntó uno. A otro, que rehusó la invitación, le dijo: "Si llegas a venir a la montería, no vuelves".

Los trabajadores aseguraron además que el homicida les contó que tenía dos trabajos: por la mañana trabajaba como guarda de campo en una provincia cercana a Madrid, y por la noche era guarda de seguridad en las obras de reforma del edificio de Correos. Uno de los vigilantes intentó que Ramírez trabajara como guarda en la localidad de El Molar, pero no lo logró. Con el trabajo de guarda de campo, Ramírez compensaba el sueldo de guarda de seguridad, en torno a unos 800 euros.

El homicida contó también a sus compañeros de trabajo que vivía en Madrid en un piso compartido con otra chica. Sólo eran compañeros de piso, no mantenían ninguna relación, explicó. Unas veces decía que vivía en Ascao; otras, en Cuatro Vientos.

"Comentábamos entre nosotros que este hombre no dormía, que se le notaba en la cara. A veces le veíamos dentro del vestuario con la luz apagada", señalaron los vigilantes. Éstos también notaron que a Manuel Ramírez le costaba memorizar las cosas. "El edificio de Correos es un laberinto, y hacemos la ronda de dos en dos. Hay muchos obstáculos por culpa de las obras de reforma. Yo iba a veces con él para ayudarle y le explicaba las cosas, pero se le olvidaban. ¿Te acuerdas de esto?', le decía, pero él no lo recordaba. Entre nosotros comentábamos que le costaba aprender. Yo tenía miedo a que se perdiera dentro de Correos y que le pasará algo", explicó otro trabajador.

Por otro lado, la vigilante herida en el tiroteo, Inés García Pedregosa, de 52 años, se recupera favorablemente en el hospital Gregorio Marañón. Ya está en planta y su estado es leve. Está recibiendo apoyo de distintos psicólogos y está pendiente de declarar ante la policía, informa Jesús Sérvulo.

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